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—¿Por qué quieres hablar con Madame? —pregunta Abby, justo antes de tomar el taxi

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—¿Por qué quieres hablar con Madame? —pregunta Abby, justo antes de tomar el taxi.

—Necesito saber unas cosas —respondo—. Saber que está bien.

Abby suelta un suspiro, y me mira poco convencida. Yo subo al taxi, con ella detrás de mí, y digo la dirección de la casa de Madame.

—¡Oh, no! —se lamenta Abby—. Olvide dejarle un aviso a Rick. Va a preocuparse muchísimo al ver que no estamos.

—Volveremos rápido —digo, para calmarla—. Si tardamos más, le pedimos a Madame que llame desde su oficina.

—¿Señorita? —habla el taxista—. Al parecer no puedo acercarme más, tendré que dejarlas aquí.

—¿Por qué? —cuestiona Abby.

—Mis compañeros dicen que hay un operativo muy grande un par de casas adelante —explica—. Y no quiero meterme en problemas.

Abby vuelve a mirarme, suplicando que regresemos. Eso quiere decir que todavía hay hombres con Madame y las demás chicas, pero no hay vuelta atrás. Tengo que hablar con ella. Saber que se trae entre manos, qué cosas sabía de Matt que no permitió que me fuera con él.  Suspiró, tratando de recordar lo que sea que sentía por él, y tomó la manija de la puerta.

—Bajaremos aquí —aviso saliendo del taxi, Abby hace un gesto de horror—. Muchas gracias.

Espero a que Abby termine de pagar, y caminamos hacia la casa de Madame. Ella me detiene cuando una camioneta negra pasa frente a nosotros, bajamos la cabeza y siento como sus dedos envuelven mi brazo. Dejo que me lleve caminando en sentido contrario a la entrada,  hasta una esquina que parece segura.

—No entiendo —murmuro, confundida—. Madame nunca necesito tanta seguridad... Ella no es de llamar tanto la atención.

—Están esperando a alguien —habla Abby—. Fíjate bien.

Señala la camioneta. Veo a un hombre de traje bajar, y observo cómo los hombres que custodian la entrada de acercan para hacerle un chequeo poco usual. Incluso se suben a la camioneta para revisarla, y lo dejan pasar.

—Volvamos —pide Abby, angustiada—. Esto es muy peligroso.

—Necesito respuestas. —Pienso un poco. No puedo entrar, porque si me están buscando sería echar a perder lo que sea que Madame estuvo arreglando. Observo a Abby, la forma en la que va vestida, y una idea se me viene a la cabeza—. Y tu vas a ayudarme.

—¿Yo?

—Sí. Irás con los hombres, y les dirás que eres la nueva cocinera —explico—. Una vez adentro, vas con Madame y le avisas que estoy afuera.

—No puede ser tan fácil —dice, poco convencida—. ¿Y sí me descubren?

—No lo harán. —suelto, segura—. Si no puedes llegar con Madame, busca a Mary. Ella es mi mejor amiga.

—No creo que…

—Por favor —la interrumpo—. Luego de esto, haré caso a todo lo que digas.

Tuerce la boca, acomoda su ropa, y camina hacia la casa de Madame. Veo cómo dos sujetos la detienen, la interrogan y le muestran lo que parece una foto, y la manera en la que ella se niega hasta que la dejan pasar. Me da un poco alivio saber que está ahí dentro, pero ahora tengo que encontrar un lugar en el que pueda esperar sin que estos hombres me descubran.

Camino en dirección contraria a la casa de Madame, cubriendo muy bien mi rostro. He avanzado un buen tramo, cuando me doy cuenta de que en realidad es la primera vez que estoy afuera de la casa. Madame nunca nos dejaba estar afuera, y lo más que uno podía hacer era ver por la ventana a la poca gente que pasaba por aquí debido a las historias que se escuchan. Recuerdo cuando llegué, decidida a vender mi cuerpo de las peores formas con tal de obtener comida y techo, y me encontré con una señora muy elegante que me aceptó sin dudarlo. Ya había chicas ahí, yendo de un lado a otro con vestidos hermosos, esperando a sus dueños. Y yo, tan joven y pérdida, creía que eso iba a hacerme feliz… Hasta que supimos la historia de Elena.

Un fuerte ruido me saca de mis pensamientos. Trato de buscar un sitio para esconderme, pero todo está cerrado. Parecen temerle a las camionetas y hombres que están afuera de casa de Madame, y hacen aún más sospechoso el lugar. Pienso en Matt, en si sería capaz de armar tal alboroto para regresar conmigo, y siento un nudo en la garganta al pensar en lo que puede suceder de saber que he roto nuestra promesa.

Quizá debí esperar un poco más, ser fuerte y no resignarme a las palabras de Madame. Pero, no puedo reprocharle nada. Estaba aburrida de estar en casa todo el día, de noches de eventos aburridos y sonrisas falsas. Quería ser dama de alguien, es lo que hago.

Rick viene a mi cabeza. Él no sabe lo que sucedió con Matt, ni mi historia con él. Estoy segura que Madame no le diría a un potencial cliente lo que sucedió conmigo, ni los motivos por los que estuve tanto tiempo sin aceptar un contrato de dama de compañía... Pero, Madame pudo saber que Matt vendría por mí y por eso decidió sacarme, y ahora puede que descubran a Abby y todo se arruine.

Siento el sabor metálico a sangre, y dejo de morder mi labio. Doy un hondo respiro, tratando de calmarme. Todo va a salir bien. Abby es inteligente, hallará la forma de dar con Madame y hablar con ella sobre lo sucedido, me repito una y otra vez para no pensar en lo peor.

Me asomo de mi escondite. La situación sigue siendo la misma. Hombres en la entrada del lugar, revisando a cada cliente que desea entrar, y cuestionando a las chicas que salen. Miro a todos lados, pensando en una forma de entrar, cuando veo un auto pasar justo a mi lado. Le doy la espalda, tratando de ocultarme, pero escucho a que se detiene. Oigo la puerta abrirse, unos pasos firmes acercándose y cierro los ojos.

—Janeth… —me llama, y todo mi cuerpo se paraliza.

Juguemos a que soy tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora