15. Slendy.

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―Ahora dónde estará Ev...

Ben susurró cerca del armario donde yo me escondía. Luego hizo una cara de maldad. Mi corazón comenzó a latir a mil por hora y mis palmas comenzaban a sudar.

―¿Cómo era esa canción que siempre cantaba...?

Oh no.

DES-PA-CITO.

VAMOS A IR A UNA PLAYA EN PUERTO RICO, HASTA QUE LAS OLAS GRITEN AY BENDI--... ¡Diablos! ―fruncí el ceño en cuanto salí del armario casi tumbándolo―. ¡Si juegas así va a ser difícil ganar!

―¡Mira, saliste del closet! ―comentó Sally y Ben soltó una carcajada por el comentario de doble sentido. Me dí una palmada en el rostro. Era muy mala jugando a las escondidas.

No podía decir que mis días se basaban en esto, pero era una parte de ellos. Ya saben, cuando estás aburrida y encerrada en casa y decides venir a ver qué pedo con Jeff, si se suicidó o qué verga y terminas jugando a las escondidas con una niña fantasma y un duende fallido de un videojuego porque encima de que sonrisitas no estaba en casa, tenía un humor de perros que... vamos, si me ve, me mata.

—¿Ya puedo dejar de jugar? —pregunté, cansada.

—Sí, igual ya me aburrí. —contestó Sally—. Es más interesante cuando es a muerte.

—Lo siento por no ser una de tus víctimas entonces —volqué los ojos y luego miré a Ben—. ¿Puedes meterme dentro del The Legend of Zelda ahora?

—Joder, no. ¿Quién crees que soy? —frunció el ceño—. Puede que pueda hackear lo que sea, pero tampoco así.

Tuve una brillante idea.

—Y no. El morir ahogada no te transformará en alguien tan fabuloso como yo. ¿Tan aburrida estás?

Esta vez yo fruncí el ceño. Ni siquiera sabía por qué estaba haciendo esto en primer lugar. Bueno, tal vez era porque estaba muy aburrida y era muy orgullosa para ir y pedir disculpas a mis otros amigos. Ugh, odiaba ser yo en este instante.

Inmediatamente pensé en jugar el Majora's Mask tirada en el sofá para pasar el tiempo.

«Ev, ¿no tenías responsabilidades? ¿Como limpiar la casa, hacer las compras o algo?»

Déjame dejar de ser una casi adulta, consciencia. Tengo que salvar el mundo en tres días antes de que Skull Kid haga bajar la luna para que todos muramos como los autistas pendejos que somos.

―¿Que juegas?―Ben se acercó para ver el contenido de mi celular pero me corrí hacia el lado.

―Quieta perra ―contesté frunciendo el ceño―. Estoy intentando entrar al templo de hielo después de dormir al goron, un movimiento en falso y... ¡ME CAGO EN...! ¡ME HICISTE CAER!

—Creo que es mejor que aparecer en tu teléfono y hackearte ―soltó y me asusté―. Ví cosas perturbadoras ahí. ¿Tú que crees?

De seguro vió la foto de Carmen de Mairena que tenía por emergencias, no pregunten.

―Oye, vas lejos aquí, solo te faltan unas cuantas máscaras y podrás ir a la luna―señaló el celular.

—Lo sé, las cosas se ponen interesantes —sonreí. Realmente sabía todo lo que iba a pasar pero no dejaba de emocionarme aún así.

Repentinamente las imágenes del celular comenzaron a distorsionarse y a parpadear, fruncí el ceño, ¿ocurría algo malo con el celular?

—Ben, joputa, te juro que si eres tú quien ocasiona esta mamada, voy a revivirte y a matarte de nuevo.

Daughter » Slenderman ⓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora