42. Rojo y Azul.

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Todo comenzó con Jack tirando piedras a mi ventana, siguió con una de sus piedras en mi ojo y terminó con un secuestro ilegal.

―Libérame.

―No. ―dijo, mientras seguía cargándome como costal de papas. Bufé.

―¿Si quiera trajiste la bolsa importante que estaba en mi habitación?

―Aquí está, para que dejes de llorar. ―agitó la bolsa con el contenido dentro, dejándome claro que sí la tenía.

―Bien, ahora libérame.

―No, Ev.

Me cago en satanás. Ya podemos ver como una cosa lleva a la otra, pero solo a un nivel en el que solo me pasaría a mí. Jesús.

―Lastimaste a mis amigos. ―repliqué, de nuevo.

―No tuve opción.

―¡¿Por qué no me dijiste eso antes?! ―grité, intentando remover la tela que me impedía ver―. ¡Eres tan... peligroso e insistente que me asustas, Jack! ¡¿Cómo buscas que confíe en tí?!

―¡Te dije que no te hicieras amiga de cualquiera y exactamente me refería a mí! ¡La que no me escuchó fuiste tú! ―me bajó y me sentó en el suelo del sitio, gruñendo, mientras yo intentaba remover las cuerdas que tenían mis manos atadas―. A saber en qué estabas pensando cuando te hablé.

Recordé que tal vez dejé de prestarle atención porque me quedé pensando en la inmortalidad de la cucaracha, en el video de Jesucristo versus Spiderman con música de Linkin Park, o simplemente en lo bonito que era su cabello blanco desordenado y en que tal vez debería robarle otro suéter de talla grande para cuando hiciera frío. Necesito ayuda psicológica.

―No estaba pensando en nada inusual si es lo que preguntas. ¿Podrías desatarme? ―vaciló un poco y al final terminó por hacerlo. Inmediatamente me quité la tela de los ojos y observé alrededor―. ¿Me puedes decir dónde demonios estamos ahora?

―¿Recuerdas esa casa que estaba al lado del psiquiátrico que cerraron hace mucho?

―Sí, aunque me daba un miedo terrible ese grande lugar ―dije, sacudiendo mi ropa de forma casual.

―Pues estamos en el psiquiátrico.

El tiempo se detuvo para mí. Respiré cinco segundos y me le quedé mirando fijamente. No bastó ni un minuto y repentinamente no estaba en el suelo sino colgando de él como un gato asustado, diciéndole que no me soltara ni me dejara sola de manera muy histérica.

«Y yandere»

PADRENUESTROQUEESTÁSENLOSCIELOS... ―rezaba tan rápido que ni se me entendía lo que decía. Jack se tambaleó unos segundos para sostenerme―. DIOSITO PERDÓNAME POR NUNCA PISAR UNA IGLESIA PERO PORFA NO DEJES QUE ME MATEN.

―¡Eveline contrólate, por favor! ―gritó el albino intentando apartarme mientras yo seguía histérica―. ¡Deja de gritar o nos oirán personas indeseadas!

Abrí mucho los ojos.

―AY CABRÓN EL AYUWOKI VENDRÁ POR MÍ, PUTA MADRE, ¡SÁCAME DE AQUÍ!

―¿El ayu-qué? ¡Demonios, deja de escalarme y cálmate! ―gritó, bajándome y sosteniéndome por los hombros―. ¡Me refería a la policía, ya que puede pensar que somos parte de un culto o algo así!

―¡Lo siento, ¿sí?! Me arrastraste hasta aquí y solo quiero irme a casa antes de que se haga más oscuro. ¡Odio los sitios muy grandes, abandonados y oscuros, Jack! ―me crucé de brazos, ansiosa―. ¡Y me arrastraste hasta aquí para quién sabe qué! ¡Mi mamá está en casa y eso significa que tengo los segundos contados!

Daughter » Slenderman ⓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora