Alas de ángel

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Segundo puesto, en eso se resumía el resultado final de la competencia. Yuriko revelaba en su rostro tristeza, decepción y melancolía. Bajo la sombra de sus ojos azules, estaba el enrojecimiento de unos ojos llorosos y decepcionados. Sasuke, por su lado, sabía que en ese punto, no podía hacer nada ya para ayudar a su mejor amiga. Y es que, no solo Itachi la había dejado plantada, también estaba el hecho de que el primer puesto en la competencia de patinaje se lo había llevado su hermano con aquella desconocida a la que presentó a ambos como su novia.

Itachi era tan estúpido que ni siquiera se daba cuenta del daño que le hacía a su propia protegida o quizá sí. Después de todo, su hermano sabía perfectamente que ella estaba malditamente enamorada de él.

Si su hermano había querido lastimar a Yuriko. Lo había logrado.

Molesto, llevó a Yuriko a casa. En todo el camino, ella no hacía más que gimotear en el asiento de copiloto. Sasuke, la tomaba de la mano cada vez que podía y le daba miradas cargadas de ternura para que hiciera el intento por sonreír.

Pero parecía empeorarlo más. Nada parecía funcionar.

No tardaron mucho en llegar a la propiedad, pues la pista de baile solo estaba a ocho cuadras de donde Yuriko vivía. Entraron con el silencio sepulcral a cada paso que daban. Las luces estaban apagadas y él sabía perfectamente la razón de que en la casa no hubiera nadie. La madre de Yuriko estaba en el hospital, recuperándose de una operación contra el cáncer de mama que le habían detectado, medio año antes.

Yuriko prendió las luces mientras él se dirigía a acomodarse en uno de los sillones de la sala. Los ángeles también se cansaban y más si estaban en su forma humana.

Ven aquí le dijo para que se acercara y él la abrazara con todo el amor que sentía por ella. En sus brazos le haría sentir que no estaba sola y que él estaba ahí para ella.

Yuriko, hizo caso y se acurrucó tiernamente en su cuello.

No sé qué haría sin ti murmuró cerca de su oído.

Sasuke acarició con su mano izquierda su brazo para reconfortarla con su calor. Yuriko parecía necesitar hablar y desahogarse. Escucharía cada una de sus palabras, hasta que se quedara dormida. Disminuiría el dolor con el amor que sentía por ella.

...

Despertó con dolor de cabeza mientras los recuerdos de la noche anterior se hacían visibles en su cabeza, una sonrisa soñadora se presentó en su rostro, cuando, recordó lo que había pasado. Luego de retozar largo rato en el sillón junto con Yuriko y luego de que se desahogara, ella había sacado de la nevera algo prohibido para los ángeles, pero que parecía ser necesario en ese momento, una botella de Vodka para ahogar las penas. Se la ofreció algo avergonzada y él dudó en un principio acerca de ingerir alcohol, porque sabía perfectamente las impurezas que luego su cuerpo sufriría, aun así, aceptó un poco del preparado que Yuriko le ofreció entre vodka y refresco de fruta. Pronto, un par de tragos, se convirtieron en muchos y minutos después, ambos tuvieron las mejillas sonrosadas por el alcohol riéndose como locos de la absurda competencia. Claro, burlándose de su hermano en el camino.

Iban por el décimo trago cuando Yuriko perdió la conciencia mientras la de él aun parecía consigo, fue entonces que Sasuke decidió dejar la bebida y llevarla a dormir, pues no dejaba de mencionar que su hermano era un idiota – algo con lo que él estaba totalmente de acuerdo - además de que no valía la pena sufrir por él.

Mientras la guiaba por las escaleras, Sasuke recordó algo que leyó hacía algún tiempo. Yuriko solo tenía diecisiete años, a esa edad, según los libros humanos, el amor que muchos piensan tener, solo es una ilusión que crea el corazón. Yuriko olvidaría a su hermano y el dolor que ahora sentía sería parte del pasado. Aquel simple concepto quizá en un futuro le ayudaría a él, presentándolo como un amor más maduro para ella. Su hermano solo era el tonto amor adolescente de la chica que le gustaba.

Hacia la luz I: Por una venganza, te conocíWhere stories live. Discover now