Verdades

471 48 11
                                    

¿Qué te pasa, Itachi? ─ preguntó, Sasuke, al ver a su hermano caminando con rapidez, a ese cuarto, que él estaba usando seguido. El cuarto de purificación.

El pelinegro de coleta no hizo caso a su voz, pese a haberla escuchado y se metió con tal rapidez, a aquel lugar, que Sasuke de inmediato supo que algo malo quizá le había pasado. Su mirada antes de entrar, era la de alguien que llevaba aguantando un dolor insoportable. Como si algo, lo estuviera quemando por dentro.

Picado por la duda de no haber obtenido respuesta, el pelinegro menor, rápidamente se acercó a aquel lugar. En tanto lo hacía, escuchó un sonido desgarrador provenir de su hermano desde el interior. Él, por experiencia propia, sabía que para un ángel, la purificación, era un proceso un tanto doloroso. Pero, igual, se le hizo sumamente extraño que a Itachi le afectara tanto. Él era uno de los ángeles más fuertes de su generación. Tan fuerte, que pronto se uniría a las tropas del creador cosa que causaba gran admiración de parte de Sasuke.

Las preguntas de lo que le había pasado a su hermano no tardaron en llegar, como la preocupación, por la salud de su hermano mayor.

¿Cuán grande había sido su impureza?

Era una de las interrogantes que, en esos momentos, se formaba en su cabeza.

Cuando escuchó el pestillo de aquel cuarto abrirse, se acercó de inmediato. Itachi venía con la piel sumamente roja mientras que sus alas blancas estaban abiertas en su máximo esplendor.

Te vez mal comentó, en tanto, Itachi abría la puerta de su recamara.

Había pasado de su lado sin hablar, por segunda vez. Sasuke bajó la cabeza sin entender nada, pero dándole espacio. Si no quería hablar, él, no era nadie para obligarlo.

Sasuke, miró el reloj que reposaba en uno de los pasillos pegado en la pared. El tiempo en cielo se medía de forma distinta al humano. Eran las 3 de la mañana en el mundo de los humanos. La hora en la que ellos podían regresar al cielo. Casi todos dormían a esa hora, así que el peligro que se cernía, sobre sus protegidas decrecía exponencialmente. Claro, algunas excepciones como el que su protegida este despierta a esa hora impedía que él volviera a su casa a tomar aunque sea un poco de su elixir vital que solo los ángeles consumían y relajar a su ancha, sus alas.

Miró a en dirección de la habitación de su hermano, sabiendo que algo malo, quizá, estaba pasando en la vida de Itachi. Últimamente, se notaba más afligido de lo normal.

Miro la fotografía mientras ingresamos al consultorio del médico. Salimos tan bien que me dan unas inmensas ganas de colocarla de fondo de pantalla, pero no. Sería demasiado extraño. Sasuke no se aparta de mi lado por ningún segundo. Tiene el rictus levemente irritado, pero como siempre, no digo nada al respecto por sus variantes cambios de humor. Al entrar al consultorio, el médico que reconozco como Óbito, nos recibe y nos hace tomar asiento. En su escritorio hay un montón de sobres abiertos y en un costado muchas hojas desparramadas.

─ No sé cómo decirles esto ─ empieza el médico mientras agarra las hojas y las ordena en una carpeta. Me alerto.

─ ¿Es grave lo que tengo? ─ pregunto con la adrenalina a flor de piel, porque sé que he sido una enfermiza desde tiempos inmemorables. El médico me mira nervioso.

─ Lo podemos tratar con algunas medicinas, ─ empieza pese a la mirada que debo tener, una que estimo, es la de un cachorro asustado ─ Hay unos coágulos bastante pequeños, casi imperceptibles, regados por las venas que llegan a tu corazón. ─ explica ─ Solo te daremos algunos medicamentos para diluir esa sangre, pero te aconsejo que como persona que tiene problemas cardiovasculares, tengas sumo cuidado en tus actividades.

Hacia la luz I: Por una venganza, te conocíWhere stories live. Discover now