Capítulo 16. Apagón

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—Azul, ¡despertá, por favor! ¿Estás bien?

Logro despegar los párpados, pero todo se ve nublado, ni siquiera registro quién me llama. Estoy recostada sobre un banco, alguien me sostiene la cabeza.

—¿Qué pasa?¿Dónde estoy?

Diviso el río hacia un lado, giro la cabeza hacia el otro y veo allí un pequeño pasadizo muy oscuro. Intento enfocar nuevamente y las luces me encandilan, pero de a poco, comienzan a hacerse nítidas. Ante mis ojos está Eneas.

—Te desmayaste...—Su tono es dulce, aunque preocupado.

—Uy, ¿en serio? No recuerdo cómo llegamos hasta aquí.

Su rostro se apaga en cámara lenta.

—Lo último que sé es que veníamos caminando por la calle U Luzického y hasta ahí llego...

Frunce el ceño desorientado.

—¿Eso es lo último que recordás?

—Sí, ¿me perdí de algo más?

El desconcierto lo hace voltear su cabeza hacia un costado pensativo, suena mi celular.

Es Diego.

—Hola Azul, ¿dónde estás? ¿Todo bien? Ví que anochecía y me preocupé porque saliste sin avisar...

Ahora sí, abro bien los ojos, veo todo perfectamente. Por alguna extraña razón, su tono me suena inquisidor.

—Sí, Diego, todo bien, me encontré con Eneas en el camino. —Le sonrío, pero él no me devuelve el gesto —. Está todo bien, en unos minutos estoy en el hotel.

Intento recomponerme y me acomodo en el asiento corroborando que todo esté en su lugar.

—Es extraño, la última vez que me desmayé fue cuando tuve un ataque de pánico....

Sigue mirándome mudo, como si su habla, estuviera presa de sus pensamientos herméticos.

—¡Ya me siento bien! ¿volvemos? —digo parándome como un resorte para mostrar mi fortaleza perdida.

—Sí, mi estación está a unas cuadras. —Sigue ensimismado.

Un imperceptible dejo de tristeza se transparenta en sus ojos mientras hablamos encaminados por la callejuela camino al metro y me pregunto por qué será.

—¿Estás segura de que no recordás nada más? —me dice al llegar a la parada.

—No, ¿por qué? —Me inquieta su insistencia.

Me mira en silencio por unos segundos, parece que fuera a decirme algo más.

—Por nada...nos vemos en Berlín.

Lo veo partir y una extraña sensación me recorre mientras vuelvo sola camino al hotel. Mi cuerpo se siente abatido y excitado a la vez, como si hubiera vivido una situación de estrés extremo.

Recordá bien, Azul, aquella vez en que te desmayaste.

...

Había sido en un seminario internacional de comunicación gráfica, al que asistí junto con Martín Kleen y un grupo de redactores de la editorial.

Martin estaba invitado a exponer en un panel sobre la situación actual de la revista, las estrategias de supervivencia y su liderazgo reciente en los medios. Nosotros, simplemente fuimos en calidad de acompañantes y asistentes, para tomar nota y redactar un artículo que sería publicado después.

Miles de invitados de todas partes del mundo se congregaban en una gran conferencia realizada con traducción simultánea en varios idiomas.

A llegar al enorme predio quedé asombrada por la cantidad de concurrentes y pensé que, si yo tuviera que hablar ante semejante audiencia, seguramente caería redonda, siendo la comidilla del seminario.

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