Capítulo 5. ¿Verdad o consecuencia?

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No me preocupa tanto el alboroto que siento, como la intriga que me genera un mensaje de Eneas en mi celular. ¡¡Basta!! No soy una colegiala, ni Agatha Chiristie. Hora de abrirlo sin más mientras le contesto a Diego.

—Sí ¡recién me meto!digo subiendo el volumen, tal vez más de lo requerido. 

Intento malabarismos inusitados con el celular en la mano y exploro con un leve temblor el menú. Mi cerebro elabora torpemente las hipótesis más descabelladas acerca del porqué un mensaje privado. 

Eneas: ¡Hola Azul, solo me faltan tus datos personales! ¿Me los envías?

Estoy a cargo (emoticón pícaro)

¡Tonta, tonta! ¿qué creía?

—¿Te escribió Eneas? —pregunta mientras siento un alivio enorme de haber visto el mensaje.

—Sí, ni bien salga de la ducha le respondo —contesto totalmente desnuda y llena de vapor, apoyada sobre el lavamanos de mármol blanco graficando fielmente mi dignidad en este momento.

Entro saltarina a la ducha, para espabilar mis pensamientos y sensaciones, que han pasado de excitantes a vergonzantes. Termino la obra renovada, enfundándome en una toalla y con la presencia de Diego frente a mí. A pesar del tiempo que llevamos juntos, es realmente algo inusual que Diego se meta sin permiso en el baño. Todavía nos reservamos esos cuidados. Solo hay una razón por la cual Diego podría hacerlo, pienso entusiasmada, y huele a rosas e incienso...

"Sin decir palabra, Diego me toma con ambas manos para besarme intensamente. Sus ojos chispean una energía erótica de otros tiempos, del que guardo recuerdos inundados de pasión labrada en fuego. El calor del vapor todavía presente se confunde con mi propia temperatura en ascenso. Me entrego sin resistencias a este impulso, mientras viajo a través de nuestra propia historia de amor. Luces nocturnas comienzan a encenderse lentamente, como candelas que oran por amor en un templo. Nuestros ojos reencuentran en el brillo de la oscuridad cómplice todo aquello que nos hizo elegir entre miles de seres que habitan este mundo y nos recuerdan de qué mágico material esta hecho el amor. Quiero retener en mi piel para siempre este instante, como un karma milenario que no me deja olvidar por qué..."

Una lágrima cae sobre una letra del teclado, mientras sigo con la toalla pegada al cuerpo, después de haber salido disparada del baño, tras el "apuro" de Diego....que no olía a rosas, por cierto. Una angustia vaga por mi cuerpo, sin saber dónde depositarse y decido dejar de escribir.

Tal vez, toda esta sonsera adolescente en la que estuve sumergida estos días sea la punta del iceberg de algo que todavía desconozco; pienso todavía turbada por las emociones que afloran. Quizás, esté frente a una consecuencia y no ante a una verdad.

Voy directo hacia nuestra habitación para cambiarme y escapar de este torbellino emotivo. Me calzo unos jeans bien azules y una camiseta blanca. Mientras me escruto seriamente frente al espejo, recuerdo en contestarle a Eneas. 

Vuelvo a tomar el celular para refrendar que aquí no hay nada de qué preocuparse, ni ocuparse. ¡Hora de seguir creciendo, Azul, ya no sos Andrea del Boca en estrellita Mía!

Termino de arreglarme un poco el pelo y me maquillo rápidamente, con gestos de superación frente al espejo. Suena el celular, no es el mío; sino el que Diego olvidó sobre la mesada, junto a la canilla de acero. No puedo dejar de ver que es un mensaje de Luciana. ¡Que extraño! ¿Por qué habría de mensajearse con Diego? ¿Tendrá ella una tarea también en este viaje?

Bueno, está claro que no soy la única en recibir mensajes fuera del grupo.

Mi curiosidad se transforma en un monstruo enjaulado de repente. Quiero saber, pero no puedo abrir el mensaje. Es demasiado desesperado hacerlo y pregunto, saliendo a las apuradas hacia la habitación en donde está Diego sobre la cama leyendo:

El clubWhere stories live. Discover now