Bown

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Sin título

Álvaro y Alfonso eran primos, y ellos habían estado juntos la mayor parte de su vida, incluso habían estado en la misma escuela durante todos los años hasta el bachillerato, donde se encontraban en ese momento. Eran muy unidos, tenían varios gustos en común, amigos en común y básicamente compartían muchas cosas entre ellos, dejando de lado su lazo sanguíneo,  ellos eran como mejores amigos de toda la vida.

Aquél día Álvaro había invitado a su primo a quedarse a dormir en su casa, como todos los viernes. Habían pasado una buena tarde entre bromas y alguna que otra platica demasiado extensa de esas que terminan en un tema completamente diferente.

En un momento Alfonso notó como su primo estaba muy pendiente de los mensajes que llegaban a su teléfono y le extrañó demasiado, pero simplemente decidió ignorarlo. Hubo un momento en el que Álvaro se levantó y dejó su móvil sobre la cama, su primo no tuvo ningún interés en verlo hasta que sonó la notificación de un mensaje que comenzó a ser varios más, entonces lo levantó por curiosidad.

—¡Álvaro, un tal Germán está muy insistente en tus mensajes! —Le avisó simplemente y su primo subió corriendo las escaleras.

Llegó y casi le arrebató el móvil, a Alfonso le desconcertó aún más que lo poco que leyó de esos mensajes. Álvaro respondió mientras mentalmente pedía que su primo no hubiera visto nada de lo que aquél chico le decía.

—¿Quién es? —Le cuestionó Alfonso con curiosidad por su reacción.

—U-un... Amigo —Le explicó Álvaro.

—¿Un amigo?, ¿Lo conozco?

—No, lo conocí como accidente en la escuela.

«¿Y no me lo presentó? »Se cuestionó a sí mismo Alfonso.

—E-es una historia larga y tonta, prefiero no contarla.

«Esto es muy raro de él» Pensó y después asintió levemente.

—Está bien, solo preguntaba por curiosidad —Para finalizar le sonrió levemente, pero él no se creía nada de lo que le dijo su primo.

Álvaro se sintió aliviado con que Alfonso no siguiera preguntándole nada sobre aquel chico.

[...]

La curiosidad de Alfonso aumentó los siguientes días, en los cuales su primo había reducido bastante su atención a él y solía perderse bastante en los descansos y algunos días que solían pasar juntos. Aquel viernes le había dicho que no podría ir a su casa debido a que había quedado con una amiga para ayudarle con una clase que se le dificultaba. Alfonso no le creía, sentía que le mentía y quería llegar al fondo de aquel asunto.

Aquel día le siguió discretamente, Álvaro no salió con su amiga. Por el contrario, entró nuevamente entre los edificios, a los últimos, donde casi nadie iba más que los de especialidades pesadas que utilizaban máquinas.

«¿A dónde diablos va? Aquí ni siquiera hay clase» Alfonso estaba confundido, realmente no comprendía el comportamiento de su primo los últimos días.

Lo vio pararse y se quedó detrás de un bote de basura, espiando ahí a su primo que solamente se quedó unos segundos parado ahí. Poco después llego un tipo, algo más alto, de cabello castaño oscuro.

«¿Me mintió para venir con ese tipo?» Su entrecejo se arrugó levemente. «Peor aún, ¿quien rayos es ese tipo?» Soltó un suspiró molesto.

Iba a irse de ahí molestó hasta que vio como el tipo empujo levemente a su primo a la pared, no le  hubiera importado, pero se trataba de su primo así que salió molesto hasta ahí y quitó al tipo empujándolo

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