Cyclonno

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Acompáñame

Y otra vez ahí se encontraban detrás de los salones, Jose recargado en la pared y Juan frente a él con un brazo apoyado en la pared dejándolo acorralado. Jose sonreía mirando a aquel, a su parecer, precioso chico.

Juan bajo un poco su rostro y le dio un beso dulce, mostraba amor. Jose instantáneamente correspondió, se amaban, pero estaba mal. Ambos tenían pareja, pero inevitablemente se gustaban demasiado, sentían entre ellos lo que no con sus parejas... Al separarse Jose se relambio los labios provocativamente, no necesitaban palabras para describir lo que sentían.

—Quisiera quedarme así toda la vida —Reconoció Juan mirando lo perfecto que era Jose, para él.

—Yo también, quisiera que podamos estar juntos, que me cogieras de la mano y que me dijeras que no la vas a soltar, que podamos pasar tiempo así pero sin escondernos—Dijo con ilusión en sus ojos.

—Por lastima, no será posible... Tu tienes a Pedro y yo a Miguel—Tal vez os sonará tonto que no se separen de ellos para ser felices juntos, pero en ese momento, en su ciudad todos, absolutamente todos, tenían una pareja destinada ya. Sin importar raza, sexo o si esas personas querían estar juntas, simplemente tenían que estarlo por que así lo decían los superiores... Sin explicación alguna, literalmente juntaban a todos por sus cojones.

—Ya lo sé, queda un largo camino, pero cuanto mas largo mejor si es contigo, yo no quiero ser uno más quiero ser ese que te haga soñar, volar, solo con tenerte que besar —Respondió con voz dulce el menor. Inocencia, Jose desbordaba inocencia a los ojos de Juan, en tal mundo podrido le parecía increíble su inocencia.

—Y ya lo eres...

—¿Sabes algo que pasa? Algo que es curioso para mi—Juan negó levemente—Yo cerré mis puertas al amor durante mucho tiempo, pero hoy me pide el corazón que por favor estés tu dentro...

—Es curioso por que paso lo mismo conmigo—Juan tomo la mano del menor con la suya y las dejo entrelazadas.

—Y apareciste en un momento crudo, pero mi amor fuiste la voz de aquel poeta mudo hoy te juro, que nada ni nadie se interpondrá, por que tu apareciste como un rayo de luz en la oscuridad. Juro abrazarte y no soltarte jamas esto no es amor, es locura, la cura de mi infelicidad...

Y era verdad, Jose no era para nada feliz con Pedro. El era malo con Jose, le gritaba, le insultaba y una vez llego a pegarle, cosa de la cual Jose no se pudo defender, estuvo tres días en el hospital y dijo que le habían golpeado de camino a casa pero que no vio los rostros, todo por miedo a Pedro. Pero desde que comenzó a hablar y darse estas escapadas con Juan todo era distinto...

—Últimamente el cielo no dejaba de ser gris, pero no me importa que truene, por que lloviendo también soy feliz... Aún no me explico; ¿Cómo una mirada pudo hacerme sentir tanto? Mi corazón dio un salto desde la primera vez que te vi... Quiero que por favor prometas que no me vas a faltar nunca, me cuesta demasiado vivir sin ti—Juan sonrió ante las hermosas palabras de Jose—Eso sonríe, que a mi me enamora desde tu sonrisa hasta tu gesto mas absurdo...

—Te amo tanto, de verdad que eres lo más lindo que a pasado por mi vida... Quiero tenerte siempre y que nadie pueda separarnos—Susurró sobre los labios de su amado.

—Entonces, acompáñame— Propuso el otro sonriendo ante como se encontraban y aquel hermoso momento.

—¿A dónde? —Cuestionó el moreno.

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