Zarter

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Prohibido

Pedro llego a su apartamento cansado sentándose en el sofá y cerrando sus ojos cansado.

—¿Pedro? —Pregunto el menor bajando las escaleras con su típica vestimenta femenina.

—¿Que pasa, pequeño?—Pregunto mirándolo, el menor se sentó a su lado cerrando sus piernas.

—Quiero un abrazo —Hizo un puchero acercando su cara al cuello de el mayor.

El otro rió levemente, le encantaba demasiado su pequeño primo...Pero joder, eso estaba totalmente prohibido por tres puntos: Eran dos chicos, eran primos y Miguel tenia 15 años. Así que tenia que aguantar vivir con el, sus actos cariñosos, sus provocaciones indirectas, todo, pero prefería eso a que se lo llevarán a un internado. Pedro sin darse cuenta ya tenía a Miguel encima de una de sus piernas abrazándolo mientras escondía su rostro en el cuello de él.

—¿A pasado algo hoy?—Pregunto él al sentir unas leves gotas cayendo en su piel, lágrimas.

—N-no...—Miguel sollozó levemente.

—¿Entonces?, ¿Por que lloras?—Cuestiono acariciando su cabello

—P-por nada —Miguel se separó y limpio sus lágrimas para después regalarle una falsa sonrisa a Pedro —¿Vamos a cenar?—Preguntó para cambiar de tema.

—Claro, pequeño —Dijo dándole una sonrisa, Miguel se levantó y dio la espalda a su primo para poder ir a la cocina.

Pedro dirigió inevitablemente su vista a las piernas de Miguel, eran tan perfectas, pero esta vez noto algo diferente. Tenía marcas rojas, tenía marcas como si le hubiesen golpeado o tomado muy fuertemente, le extraño un poco por lo cual lo tomo de la muñeca y lo paro.

—¿Que te paso en las piernas? —Preguntó serio.

Miguel estaba muy nervioso, sus ojos recorrieron el lugar evitando la mirada de Pedro, sentía un sudor frío recorrerle la espalda, lágrimas se acumulaban en sus ojos a la par que un nudo enorme se formaba en su garganta.

—Respóndeme, Miguel —En ese momento sintió aún más miedo, su primo jamas lo llamaba por su nombre.

—M-me caí en el instituto —Mintió convincentemente, o al menos así sonó para él.

—¿Me crees idiota? —Pedro se levantó molestó del sofá.

—N-no, te estoy di-diciendo la verdad —Dijo nervioso el menor.

Pedro lo miró a los ojos, se veía tan molestó. Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Miguel, los recuerdos de aquel momento llegaron a su cabeza.

—Ey, no llores. Lo siento, no era mi intención...

—J-jose, J-juan y  sus a-amigos m-me...

—¿Que?—Pedro estaba confundido, no escucho el final de lo que dijo ya que se lanzo a abrazarlo.

—Me tocaron, me hicieron daño... E-ellos me violaron—Dijo Miguel llorando desconsoladamente.

Pedro se sentó en el sofá con Miguel en sus piernas. Él sabia muy bien de quienes hablaba, pero ellos parecían buenos chicos, incluso habían ido a su casa. Siempre creyó que eran amigos de su pequeño, más nunca noto la cara de incomodidad y miedo que hacía Miguel cuando le tocaban o abrazaban "amistosamente"

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