Una boda por adelantado

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El cabello rubio brillaba bajo el sol que se colaba a través de la gran ventana, Kibum observaba los campos de trigo mecerse con suavidad debido al viento, observaba el río correr con naturalidad y su columpio en lo alto de la colina, ladeó el rostro curioso al ver todo desde la habitación de Minho, sintió como unas manos ágiles y delgadas se deslizaban por sus piernas que eran cubiertas por un vestido de seda blanca.

—¿Cómo ha quedado? —preguntó la costurera deteniéndose a su lado para observar a la futura esposa del príncipe. Jamás se imaginó que ese hermoso ser era un chico.

—Me aprieta. —Kibum se quejó malhumorado, últimamente sus cambios de humor eran demasiado drásticos, lo doble de lo usual.

—Mi niño —la madre acudió en auxilio de la costurera de inmediato. Tomó las manos de su hijo y sonrió comprensiva—, debes relajarte, cielo.

El pequeño frunció el ceño mirando la ventana, esquivando así la mirada de su madre, él no único que deseaba era ir a su columpio para pasar tiempo libre. ¿Dónde estaba Minho? ¿Por qué cuando lo necesitaba se desaparecía? ¡Ya ni siquiera lo tocaba como antes!

—No quiero. —Finalmente contestó en reproche.

—Se te ve hermoso el vestido —la madre no mentía, era un vestido demasiado precioso, sobre todo la falda, la cual caía libre a los pies de su hijo, se veía espectacular.

—Me aprieta —inhaló hondo para dejar de sentir la presión en su vientre que era la zona la cual era estrujada entre las costuras y por ende, le hacía doler.

La costurera de inmediato desabotonó el vestido por la espalda al ver que la futura reina mantenía una expresión dolorosa. Kibum suspiró aliviado por ello.

—El vestido lo haremos más holgado de la cadera y cintura para no lastimar al bebé. —la costurera tomó nuevamente medidas para agrandar el vestido concentrada en su labor.

—Creo que es evidente lo que deben hacer —los ojos felinos se pusieron en blanco por unos segundos antes de volver a su tarea de ver el paisaje por la ventana.

—Cariño —su madre posó una mano sobre su hombro queriendo relajar a su hijo—, le hará mal a la cría si sigues malhumorado.

Kibum giró el rostro ofendido por el mote impuesto a su hijo, fulminó con la mirada a la persona que amaba de forma maternal.

—NO ES CRÍA, ES MI BEBÉ.

Con un ágil movimiento se deshizo del vestido arrojándolo lejos de él sin importarle que la costurera aún siguiera tomando sus medidas. Caminó en camisón hasta la cama, que se había convertido en su nuevo refugio, se adentró en las sabanas haciéndose ovillo buscando un poco de alivio para su cansado cuerpo, quizá dormir un poco le ayudaría a relajarse.

—Cariño —la madre intentó de nueva cuenta persuadir a su hijo para que siguieran tomando las medidas. Era un estrés no desesperarse con la actitud del rubio, por lo que siguió intentando—, si sigues así, el bebé se pondrá triste.

—No quiero mamá, estoy cansado —abrazó sus piernas dentro de las mantas.

—Por favor, la última prueba y te puedes dormir cielo, si no la hacemos hoy, nuestro señor me reprenderá.

—Lo arañaré si te reprende —frunció el ceño asomando la cabeza a través de las mantas.

Para su sorpresa Minho había entrado a la habitación, se encontraba cruzado de brazos dando una suave sonrisa, el rubio salió de la cama para caminar hacia él y mirarle amenazador.

—No la reprendas o te araño.

—¡Tranquilo! —Alzó ambas manos en señal de rendición—, no pienso hacerlo.

Esclavo perfecto «MinKey»Where stories live. Discover now