Capítulo 16

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Ella sonrió radiante ante algún comentario chistoso que le dijo el chico frente a ella

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Ella sonrió radiante ante algún comentario chistoso que le dijo el chico frente a ella. La melodía de su risa removió algo en mi pecho y de inmediato supe que tenía que escucharla más seguido para sentirme bien.

Sus ojos marrones se encontraron con los míos mientras seguía riendo, aún ignorando quién era yo. Solo sabía su nombre, y no estaba seguro de si ella conocía el mío.

De lo que sí estaba seguro era que tenía que saber más sobre esa chica nueva. Esa chica que hablaba con todos, y todos tenían algo bueno que decir al respecto.

Se mostraba encantadora, sociable, alegre y con cierto aire juguetón. Kate Cooper era su nombre, y no pasó mucho tiempo cuando esas dos simples palabras comenzaron a resonar por todo el instituto.

Ser nueva la beneficiaba, y ella estaba muy consciente de eso. Agradó a todos la primera semana, pero a mí me puso el mundo de cabeza.

—Comparto clases con ella —comentó Allison, llegando a mi lado, ambos mirábamos a Kate.

—Creo que me gusta —susurré, ensimismado.

—Su encanto te golpeó fuerte, ¿no es así? —ella me codeó, añadiendo más leña al fuego que comenzaba a crecer en mí—. Knockout...

—¿Nunca has sentido esto por alguien? —la miré.

—¿A los catorce? —hizo una mueca de espanto—. No gracias, todavía no quiero sufrir por amor. Ya tengo bastante sufriendo con los exámenes.

—Qué afortunada —dije con sarcasmo.

—Te ayudaré con ella —mi vista se deslizó hacia ella con sumo interés—. Le hablaré bien de ti, tú solo encárgate de jugar al fútbol lo mejor que puedas.

Las horas de almuerzo se me hacían eternas y fugaces a la vez. Disfrutaba ver a Kate, y de vez en cuando me acercaba a ella con intenciones amistosas o amorosas, bromeando sobre cualquier cosa que se me pasara por la mente.

Mi corazón latía por ella... Era la frase más cursi que jamás había pensado, casi me sentí vomitando arco iris, pero era la más representativa para mí.

Su mirada castaña me hacía delirar.

Su forma de ser me enloquecía.

Su risa era música para mis oídos.

No tenía ojos para nadie más.

El color marrón de esos brillantes ojos se transformó en un intenso azul cielo, como una perfecta transición entre ambos colores. La risa cambió, pero seguía pareciendo igual de melodiosa. Seguía sin tener ojos para nadie más, aunque la persona no era la misma.

Ella hizo acto de presencia en el aula donde me encontraba viendo clases, luciendo tan imponente y confiada como una modelo en una pasarela. Apoyó sus codos en mi mesa, inclinándose hacia adelante para conectar nuestras miradas, una sonrisa pequeña adornaba su boca.

Enamorado de un fantasma [✓]Where stories live. Discover now