Capítulo 36

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Los murmullos a mi alrededor llegan a mi cerebro como si fueran un enorme mazo que no tenía nada más interesante que hacer que golpear mi cabeza.

Mi cuerpo reposa relajadamente sobre una superficie horizontal y la comodidad se me hacía tremendamente familiar.

Inhalo profundamente con la intención de orientarme un poco, para llegar a la conclusión de que me encuentro en mi habitación. Siento un peso sobre mi abdomen y una brisa cálida cerca de mi rostro.

Poco a poco abro los ojos, preguntándome cuándo será el día que deje de desmayarme como si mi vida dependiera de ello, y me encuentro con el televisor encendido a bajo volumen. El peso en mi barriga resulta ser el brazo de Louis y la cálida brisa es su pausada respiración. Está dormido.

Me giro lentamente para no despertarlo, su brazo me aprieta más contra sí mismo y se remueve un poco, pero no se despierta. Al bajar la mirada, me doy cuenta que ambos aún tenemos la misma ropa con que fuimos al baile, la única diferencia es que no tenemos los zapatos.

Paso los dedos suavemente por su piel, retirando su cabello. Aprieta sus párpados ligeramente y una pequeña curva apenas notable se asoma por sus labios.

—¿Cuánto llevas despierta? —susurra muy bajo sin abrir los ojos.

—Acabo de despertar —respondo en el mismo tono.

—¿Cómo estás?

—Con mucho dolor de cabeza.

—¿Quieres que vaya por tu mamá para que busque algo que lo alivie? —al abrir sus ojos, veo la preocupación destilando en ellos.

—No. Quédate —suplico—. Estoy bien así, solo trata de no hablar alto. Pero sí te pediría que apagues el televisor.

Extiende su brazo por su espalda lo que puede, buscando el control remoto para hacer lo que le pedí. Se remueve un poco más al no sentirlo por ninguna parte.

—¿Qué pasó luego de desmayarme? —cuestiono sin apartar la mirada de él.

La habitación queda envuelta en una completa oscuridad, a excepción de los rayos de luz de luna que descienden a la Tierra, colándose suavemente a través de las cortinas de mi habitación. Mira la hora en su teléfono antes de acomodarse como estaba y responderme. Son las tres y media de la mañana.

—Glenn fue la primera en llegar a nosotros —sus dedos juegan con las puntas de mi cabello que están en la parte de adelante de mi hombro—. Tu estado era el mismo que se tiene cuando no se come lo suficiente, pero todos aseguramos que tu alimentación había sido la de siempre estos últimos días.

»Te llevamos hasta la enfermería para hacer un chequeo más profundo, sin embargo, no dio resultados que apoyaran la teoría de Glenn. Finalmente recomendó que te trajéramos para que descansaras.

Enamorado de un fantasma [✓]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें