K I R A | Crepusculo

→Six

Definitivamente Kira cambiaría su apellido y su nombre por el de su verdadera familia. Los tomates, si eso era ella ahora un adorable y vergonzoso tomate que era guiada a la cafetería. Kira se maldijo así misma por ser tan obvia ante su sonrojo y los latidos de su corazón acelerados

Por Zeus ni con su primer pretendiente se había sonrojado, Kira no le había respondido. No sabía que decirle. La rubia de ojos verdes suspiro repetidas veces, detuvo su caminar tomando entre sus dedos el antebrazo del vampiro se estremeció al sentir la piel fría contra la suya. Edward la miro con una ceja alzada, interrogándola. Preguntándose del por qué se había detenido.

—Se tú mismo Edward — El vampiro arrugo la frente sin comprender — No me engañes por más doloroso que sea no me mientas — Kira miro los ojos dorados del vampiro retomando de quien sabe dónde fuerzas para para seguir hablando — Simplemente...no me lastimes

Edward la miro unos segundos que para Kira fueron eternos se habían quedado ahí en medio del pasillo como si el vampiro tratara de buscar algo que en ella se había perdido. El la miro y con valentía Kira le sostuvo la mirada quería que el entendiera que lo que acababa de decir no era un juego.

Jamás en su vida había tenido una relación, su condición de semidiosa no le permitía estar en constante contacto con los humanos del género masculino pero ahora...tenia a un hermoso vampiro con ojos dorados y piel de porcelana que la miraba como si fuera lo más hermoso del mundo, y aunque le aterraba formar lazos amorosos lo intentaría ella trataría de vivir su vida humana a lo máximo porque tal vez ya nunca tenga la oportunidad de volver a ella

Que más daba si ponía su corazón en manos del vampiro, tal vez siempre le perteneció, tal vez y su corazón había esperado a la persona indicada para acelerar sus latidos con simples palabras amorosas hacia su persona. Tal vez y afrodita había decidido que Edward era el mejor partido para ella

Kira no sabía y sinceramente no le importaba porque ya era demasiado tarde para retroceder. Se había tirado al abismo sin conocer si habría una red que la detuviera de su caída

Edward sonrió radiante. Kira tembló internamente — No sería capaz de hacerte daño Kira, me mataría antes de causarte herida alguna.

Kira sonrió con tristeza — No todas las heridas se hacen en el cuerpo Edward

[...]

Edward pasó delicadamente sus dedos por las teclas del piano, sus manos se movían a la par con tanta maestría con tanto anhelo. Si, anhelaba ser el espectador de todas las sonrisas de Kira, anhelaba que sus labios bailaran con los suyos. Anhelaba tenerla entre sus brazos.

Rosalie no estaba muy de acuerdo con la cercanía de Edward hacia su amiga semidiosas, pero no interferiría. Nunca desde que la conocía había visto sus ojos brillar tanto como lo hicieron hoy a la hora del almuerzo. Ajenos al mundo Edward y Kira hablaban sin cesar de libros y música. Trataría de ignoraran en hecho de que sentía que la relación de esos dos funcionara.