http://21_LA GRAN EVASIÓN

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A Hange le pareció que el mundo había dejado de girar sobre su eje.

Por unos instantes, desapareció la inhóspita nave industrial donde se encontraban y se olvidó de los seis secuestrados que agonizaban a escasos metros. No daba crédito a sus ojos. Ni tampoco a su piel.

Estar soñando era más probable que sentir los brazos de Levi rodeándola. No tenía claro qué le resultaba más difícil: si frenar las ganas de verter las lágrimas de alivio que se le agolpaban en sus ojos o las de besarle como muestra de agradecimiento pasional.

Aún aturdida, sólo fue capaz de susurrarle el «gracias» más sincero que jamás había dado.

Las preguntas pugnaban por salir de su boca: ¿cómo había sido Levi capaz de abandonar el encierro de su casa?, ¿cómo había llegado hasta allí?, ¿cómo había reunido el coraje para enfrentarse al inspector Harry?...

Quería expresar con palabras las docenas de interrogantes que revoloteaban por su cabeza, pero ambos intercambiaron una mirada de complicidad en la que quedaba implícito que era hora de actuar con rapidez y determinación.

Luego, ya habría tiempo para explicaciones. Si es que había un después.

Levi empezó a respirar con dificultad. Parecía que acababa de terminar una carrera de fondo. Sentía cómo se le nublaba la vista y el techo se agrandaba y las paredes se estrechaban y la sala giraba sobre su cabeza. Había descubierto que si apretaba con fuerza los puños conseguía volver en sí y recuperaba parcialmente la concentración. Así que no quiso alarmar a Hange con sus problemas. Prefería limitarse a mirarla.

Con la cámara web no había podido distinguir las pocas pecas que le salpicaban la nariz, un detalle que la hacía todavía más adorable. Tampoco había apreciado del todo la inmensidad de sus ojos, donde ahora se veía reflejado.
—Quedan doce minutos para el sacrificio —consiguió decir haciendo un esfuerzo extraordinario—. Cuando estaba a punto de entrar en la nave, he podido esconderme a tiempo para evitar cruzarme con otro miembro de la secta.
—¿Tenía un ojo muerto?
—No estoy seguro, no he podido verle la cara con detenimiento. Creo que se dirigía a un cobertizo a buscar algo, lo que con suerte nos dará unos minutos para intentar liberar a tu hermano. Aunque...
Levi no había acabado la frase cuando se oyeron pasos cercanos y un ruido metálico, sin duda procedente de un aparato eléctrico situado en las cercanías.

Los dos se situaron con lentitud hacia el lugar más oscuro de la sala. Pusieron cuidado de no pisar a un Harry que había quedado absolutamente KO tras el golpe, pero al que, por precaución, habían atado de pies y manos con cinta adhesiva y colocado un pañuelo en la boca. Ver muchas películas también tenía sus ventajas. Se escondieron tras unas cajas.

Cuando La Sombra entró en la habitación, dio la impresión de que las llamas de las antorchas disminuían de forma sincronizada. Llevaba la capucha puesta, pero Hange no pudo evitar que se le escapara un «ay» de angustia al reconocer las gigantescas espaldas y las botas de cuero del tipo que casi la captura en los grandes almacenes.

Tomó la mano de Levi para serenarse y él se la apretó con firmeza. La Sombra transportaba dos cubos grandes de agua y llevaba un walkie-talkie colgado en el cinturón .
—¿Harry? ¿Harry? ¿Dónde estás? Maldita sea, ven a ayudarme con esto —gritó, pero, cuando se dio cuenta de que su ayudante no estaba en la sala, murmuró—: Éste siempre evitando el trabajo. Ya verá.

Hange y Levi temieron que el inspector despertara con los gritos, pero seguía fuera de combate. Los que sí respondieron al vozarrón de La Sombra fueron los chicos atados en los postes de la sala contigua. Algunos de ellos salieron de su letargo y sus gemidos inundaron la sala.

-Levihan- El chico que vivía encerrado en una habitación Where stories live. Discover now