Capítulo 2

12K 606 36
                                    

sweetener Ariana Grande


—Terrence.

Él sonríe cuando el suspiro escapa de mis labios. Una fina capa de sudor comienza a perlar su piel lechosa, la cual comienza a adoptar una tonalidad rojiza por el esfuerzo. Sus caderas vuelven a impactar con las mías, robándome un gemido débil. Aunque me aferro a sus hombros como puedo, sus manos son las que realmente me mantienen en mi lugar. La presión que aplica en mi cintura es la suficiente para que las yemas de sus dedos queden levemente marcadas. Inexplicablemente, su agarre fuerte se siente como una caricia ligera y delicada. En cambio, sus empellones están lejos de ser algo parecido.

Un gruñido sale desde lo más profundo de su garganta y su voz grave se rompe, quedando ronca. Eso le hace incluso más atractivo de lo que ya es. Aunque su pálida piel está oculta entre la tinta, consigo encontrar esos huecos puros y liberes de tatuajes en sus manos. Me llevo una de ella a los labios, besando sus nudillos, sin ser realmente consciente de mis actos.

—Oh, mierda —gime con voz ronca y los ojos cerrados.

Me muerdo el labio con fuerza, intentando acelerar el ritmo de mis movimientos, pero estoy agotada. Gimoteo echando la cabeza hacia atrás con desesperación, desesperada por un poco más de fricción.

—¿Estás cansada? —Jadea él.

Abro los ojos y le miro, mareada. Embriagada de tanto placer.

—Sí... Sí, sí... —gimo, aunque me niego a dejar de moverme.

Terrence se relame los labios y asiente.

—De acuerdo.

Tan pronto como lo dice, sus manos se aferran a mis muslos, deteniéndome, y se levanta. Aunque intenta fingir, su ceño se arruga ante el esfuerzo. Y es que debe ser complicado levantarse de la cómoda en una situación como ésta. Sin embargo, cuando está en pie, refuerza su agarre y me desplaza con facilidad por el salón.

Así que, desnudo y conmigo en brazos, cruza la estancia hasta llegar a la mesa. Al sentarme, siseo cuando noto el frío de la superficie contra mis nalgas desnudas. Todavía con las piernas alrededor de las caderas de Terrence, lo acerco a mi cuerpo rápidamente en busca de calor. Él gime, apoyando las manos a ambos lados de mi cuerpo.

—Está fría —jadeo.

—Al sofá, entonces.

Da una embestida inesperada, aún conmigo sobre la mesa, y segundos después vuelve a levantarme para llevarme al sofá.

—¿Para qué ir al gimnasio? —Jadea, mirándome con una sonrisa divertida. Se para junto al sofá—. Follando hago mucho más ejercicio —ríe.

Río y le doy un suave golpe en el hombro.

—No es momento para tonterías —digo impaciente.

—Vale, vale —vuelve a reír.

Dejando sus bobadas aparte, apoya una rondilla en el sofá antes de dejarme tumbada con delicadeza. El sofá es pequeño, incluso para mí, sin embargo, se las apaña para encajarnos en él de forma cómoda. Suspiro llena de alivio cuando vuelve a mecerse sobre mí, esta vez, más suave. Él está apoyado en sus rodillas mientras sus manos descansan sobre el reposabrazos, encima de mi cabeza.

𝐓𝐞𝐫𝐫𝐞𝐧𝐜𝐞 © [F #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora