PREFÁCIO

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A veces el amor tiene extrañas formas de manifestarse, ¿pero qué es el amor sino locura? Quizá una imprudencia consciente que nos lleva a colisionar; quizá panoramas improbables en los que coincidimos con personas improbables; quizá momentos que c...

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A veces el amor tiene extrañas formas de manifestarse, ¿pero qué es el amor sino locura? Quizá una imprudencia consciente que nos lleva a colisionar; quizá panoramas improbables en los que coincidimos con personas improbables; quizá momentos que creíamos finales y no eran más que comienzos. Dicen que solo hay una ley y es el amor. Solo el amor puede vencer a la muerte.

Un joven desaparece en la madrugada luego de una noche de celebración por haber conseguido una beca, un hombre es decapitado por estar en el lugar equivocado, un periodista es asesinado por hacer su trabajo, una mujer es privada de su libertad y termina en las garras de los tratantes de blancas. En México, el terror dejó de ser un género cinematográfico y literario para convertirse en una realidad, la guerra contra el narcotráfico fue una estrategia fallida que cobró la vida de cientos de personas inocentes.

La violencia se convirtió en el día a día de habitantes de pequeñas poblaciones y grandes ciudades. El crimen organizado transgredió la vida de acaudalados empresarios y humildes campesinos, no respetó clases sociales ni grados académicos. Las palabras: levantón, decapitado, sicario, malandro, secuestro y muerte, comenzaron a ser parte de la jerga diaria de la sociedad mexicana. El ejército salió a las calles y comenzó una guerra que dejó pérdidas de las que cuesta hablar; se perdió la libertad de expresión: no se podía hablar ni publicar sobre ciertos temas. La libertad de tránsito: había carreteras por las que nadie podía circular. La libertad empresarial: se tenía que pagar derecho de piso para abrir un negocio. En pocas palabras se perdió la libertad de vivir.

La narcoguerra dejó unas cifras estratosféricas de muertos; culpables e inocentes pagaron por igual, primero se disparaba y luego se preguntaba, a veces ni eso. Era imposible discernir quiénes eran los buenos y quiénes los malos, un ambiente de incertidumbre y desesperanza invadió la vida de millones de ciudadanos, pero en medio de la desolación, surgieron historias que vale la pena contar, sucesos que cambiaron el rumbo y dejaron precedente: héroes anónimos que dieron la vida por su pueblo, villanos que sobrepasaron la ficción, pueblos que quedaron masacrados y en el olvido, personas que cansadas de no ser escuchadas, hicieron justicia por su propia mano, dos hombres de circunstancias y mundos distintos que estando en el mismísimo infierno terminaron enamorándose.

¿Amor? ¿Puede desarrollarse un sentimiento como el amor en medio de una realidad siniestra que asfixia y mata? ¿En un México cruel, violento y despiadado dos hombres pueden amarse? "Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida" dice una famosa frase del poeta, Pablo Neruda. La idea resulta tan evidente que no admite demasiados reproches, El amor y la muerte apresan el tiempo, lo secuestran, lo paralizan, lo amordazan; amor y muerte enfrentándose en un complicado tiempo para vivir.

Trilogía Amor y Muerte I: El Hijo PródigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora