Capítulo 11

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Despertó en la madrugada, tomó su varita y lanzó un hechizo silencioso en la cabeza de la castaña que aún dormía. Se vistió y acomodó la sábana de su lado. Y se sentó en una silla que había en el cuarto de ella, tomó un libro al azar y esperó a que amaneciera.

Mientras ella durante su sueño comenzaba a moverse de un lado a otro mientras se arrastraba entre las sábanas.
¡Severus, Severus! Gemía la chica y él solo sonreía. Al parecer su hechizo estaba funcionando.

Ella seguía gimiendo y nombrandolo y la manera en que  se retorcía en la cama estaba acabando con su autocontrol. Decidió abandonar la habitación.

Mientras...

Llegaron a casa de sus padres y después de lo sucedido con Víctor ella le invitó una copa. Asombrosamente para ella, él aceptó. Bebieron tranquilamente mientras hablaban de la profecía que los unía.

- Creo que me he equivocado Granger, quizás debemos intentarlo. Digo es el destino quién lo pide ¿No?
- Supongo que sí profesor pero ¿Esta seguro?
- Claro que estoy seguro, no hay un lugar donde desee estar más que en sus brazos.

Algo cursi para él pero era de ella ese sueño- pensó. Él podía ver cada cosa que ella soñaba. Ella deseaba estar con él y él se lo concedió pero solo de esa forma. Soñandolo.

Él se levantó de la silla y se arrodilló frente a ella y enseguida fue por sus labios. En cosas de segundos estaban en la habitación, ella vestía una bata satinada rosa claro, algo infantil su cabello adornado con flores blancas y él tenía su dorso desnudo, se pegó a ella besando su cuello y sosteniendo su trasero con firmeza y ella disfrutaba en gran magnitud el rose de sus manos.  Al pasar mucho rato acariciándose él por fin la desfloro y ella se sentía en la gloria después de haber experimentado varias horas del elixir de la vida ella estalló en su interior al igual que él liberando un grito de satisfacción y gratitud.

Para cuándo despertó estaba toda sudada y de su entrepierna bajaban sus fluidos. Miró a su lado, él no estaba, había Sido un sueño, un maldito y delicioso sueño. Se metió a la ducha, necesitaba un buen baño.

Mientras en la sala de la casa de los padres de Hermione había un pocionista, sentado en un sillón, con una erección más grande que la muralla china, tan sudado que parecía que lo hubieran pegado como goma de mascar en el sofá, ese había Sido el mejor sexo de toda su vida, aunque sabía perfectamente que no era una realidad. Se puso de pie e invadió la cocina, preparó un ligero desayuno para él y luego se limpió con la varita su ropa.

Ella bajó las escaleras, pensaba que estaba sola que él se había marchado después de lo sucedido con Víctor. Por eso estaba ligeramente vestida, un shorts que dejaba expuestas sus piernas bien trabajadas y un sport bra que ajustaba sus pechos dejándolos sobresalir algo.

Se había hecho una coleta en su pelo lacio. Y caminó a la cocina.
Tuvo que pegar un grito por el susto de verlo allí.

- ¿Porqué grita Granger? ¿Nunca ha visto un hombre tomando café?
- ¿Qué diablos hace aquí?
- ¿Pensaba que la dejaría sola cuando prácticamente estaba inconsciente y con Krum rondando?
- Pensé que no le importaba.
- No soy un mal ser humano Granger, que usted no me agrade no significa que la deje a Merced de un enfermo como Krum.
Pero desde ahora le digo que si acostumbra vestirse así de esa forma no solo Krum va a querer meterse en sus pantalones.

- ¿Acaso se me está insinuando, profesor?
- Por Merlín Granger, deje de soñar, ¿Cuán a menudo sueña conmigo? Ya debe ser algo enfermizo ¿No?

Ella se puso roja, será que habrá gritado o gemido muy fuerte durante su sueño y él la escuchó desde abajo.

-Ya estoy bien, puede estar tranquilo.
¿Puede pasarme el café?
- Se acabó, me tomé el último.
Ella levantó las cejas sorprendida.
- ¿Dónde está mi desayuno?- pregunto ella.
- ¿Qué? No tengo porqué prepararle el desayuno.
- Osea que tuvo la osadía de meterse en mi cocina comerce mi comida y ni si quiera preparó nada para mí.
- Mi desayuno fue mi paga por estar de guardia vigilando su seguridad toda la noche.

 La profecíaWhere stories live. Discover now