capitulo 18

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Él sonrió por el nerviosismo de ella y  por toda su palabrería.
Se acercó a ella lo suficiente...
- Se equivoca en algo Granger... Yo sí la necesito.
- ¿Ah sí?-dijo ella con nerviosismo al ver que él se acercaba a paso lento.
Él se arrodilló ante ella, le quitó el caramelo que ella tenía en sus manos, lo colocó nuevamente en el envase de golosinas.
-No debe comer demasiado de ésto a esta hora Granger.
- Es mi última noche en el castillo señor, solo quería disfrutarla al máximo.- dijo con su respiración agitada.
- Yo puedo ayudarla en eso sí lo desea.
- ¿Qué está insinuando profesor?
- Granger- dijo llevándose una mano de ella a sus propios labios- No somos unos niños de ocho años. Usted sabe muy bien que me desea y yo... Yo la deseo más que a nada en este mundo. - habiendo dicho esto comenzó a besar la muñeca de la mano de la chica y luego su antebrazo. El pecho de ella subía y bajaba acelerado.
-¡Profesor!
- No haré nada que usted no quiera Granger, ante todo soy un caballero pero tengo que decirle que usted está acabando conmigo, con todo mi autocontrol. La deseo Granger, la deseo mucho.
- Y yo a usted profesor.
- ¿ Entonces me permite... Ella asintió y él fue por sus labios en un beso dulce y maravilloso con toda la ternura del mundo.
- Es usted Hermosa, maravillosa Granger.
Él la ayudó a recostarse sobre aquella alfombra. Podían los dos haber invocado o deseado una cama para ser proveída por la sala de menesteres pero la realidad era que allí estaba todo lo que necesitaban, uno al otro. Ella lo necesitaba a él y él a ella.
Una vez recostada la contempló de sus ojos salía la llama del deseo y el brillo hermoso de la ilusión. Besó sus párpados, luego su nariz, siguió por sus orejas y mejillas y se detuvo en su boca. Besó sus labios hasta que se hincharon. Ella recorría su espalda con sus manos, luego las movió a su pecho para comenzar a desabotonar su larga levita, mientras él la castigaba de pasión besando su cuello, haciendo que gimiera.
Él se levantó un poco para poder quitarse la levita y ella comenzó con los botones de su camisa hasta que descubrió su pecho desnudo con varias cicatrices que no pudo evitar mirar con tristeza, ese hombre había pasado por mucho y sufrido en silencio.
Él al ver su mirada instintivamente se cubrió con la camisa.
- Disculpe, lo olvidé, sé que es asqueroso. Lo siento... Será mejor que...
- Es hermoso - dijo ella- son marcas de honor, de orgullo, cada una de ellas lo define como el gran hombre que es, para mí son perfectas, además yo también tengo las mías- dijo mostrando su brazo.
- ¿Está segura Granger, no le incomoda?
Ella quitó las manos de él abrió la camisa y comenzó a besarlas una a una con besos húmedos.
Él Cerró sus ojos disfrutando de sus caricias. Luego volvió al cuello de ella y con sus manos comenzó a desabrochar la blusa de ella, al ser liberada de la prenda quedó maravillado con su busto, su piel era luminosa, tersa, suave, comenzó un rastro de besos hasta perderse en ellos, ella gemía de placer al sentir como él se esforzaba por quitar con sus dientes el sostén que la cubría. Él buscó sin éxito la parte trasera del broche. Ella sonrió y abrió el pequeño cierre en la parte frontal liberandolos para él.
Él los tomó inmediatamente reclamando los como suyos a lo que ella gemía con cada succión y mordida que él daba. Con un juego de piernas por parte de ambos se liberaron de sus zapatos y los calcetines de él.
La mano de él viajo por su muslo derecho hasta llegar al cierre de la minifalda. Las manos de ella al cierre de su pantalón,ambos trabajaron juntos hasta remover las piezas sin dejar de besarse ni acariciarse. Ella acarició la protuberancia que provenía de su boxer y él puso su mano sobre la de ella para que ella no dudara en afirmar su agarre. Luego de varias caricias el agarró su trasero haciéndola levantar sus caderas para remover su ropa interior.
Al ver todo lo que había oculto tuvo que expresarse- ¡Usted es una diosa Granger! Me va a volver loco.
Ella tomó la mano de él y la llevó a su centro. Y él perdió la cordura. En un abrir y cerrar de ojos se había quitado el boxer y liberado su erección. Ella gimió de susto cuando lo vió.
- No se preocupe, es inofensivo, en todo caso seré cuidadoso y gentil.
Después de haber jugado con el centro de ella y de haberla preparado lo suficiente él se acomodó entre sus piernas.
- Granger mireme, ella no podía concentrarse estaba asustada. - Mireme Granger, la haré mía ¿Entiende?
Será solo mía Granger, quiero que lo diga...
-¿Qué?-pregunto ella extasiada.
- Quiero que diga que será solo mía.
- Seré solo suya profesor.
Él sonrió y la penetró- ella gritó de dolor- él se detuvo, secó la lágrima de ella y volvió a moverse de manera lenta, delicada, jugosa, el dolor fue pasando las lágrimas desapareciendo, los quejidos se volvieron gritos de placer. Él se volvió aún más pasional, sus cuerpos se compenetraban muy bien. Las luces comenzaron a apagarce.
Una magia única salió de aquella unión y recorrió cada rincón del castillo, no hubo una vela, ni una antorcha que quedara encendida en todo Hogwarts.

Albus sonrió mientras que en su apocento Minerva solo podía decir... ¡Solo espero que no sufra Granger!

La besó con fuerza y fiereza, sus cuerpos sufrieron espasmos hasta que ambos liberaron un grito de exitacion. Él cayó sobre ella, sus sudores s hacían uno solo. Él salió de ella dejándola exhausta. Se recostó a su lado y mordió suavemente su hombro. Besó su cuello, recorrió con sus manos toda su silueta, metió su mano en su entrepierna, también sus dedos, la apretó hacia él, sacó su mano de donde la tenía y apretó sus pechos.
- Fue mía Granger, Usted es mía.
Ella sonrió, lo amaba con locura.
Ella se quedó dormida estaba muy cansada  adolorida  pero muy complacida.

Él pidió una manta a la sala y ésta se la otorgó, cubrió a la chica y se recostó a su lado abrazándola.

- ¡Gracias Albus!- dijo cuando recorrió el lugar con sus ojos y como por arte de magia apareció el espejo que antes no estaba ahí.

Luego las palabras y el recuerdo de Minerva lo azotaron mentalmente.

Al amanecer el sol llenaba todos los rincones del castillo, todo comentaban lo que habia sucedido con la iluminación. Hermione despertaba algo adolorida pero felíz, se volteó para abrazar a su acompañante pero no estaba. No estaba en toda la sala. Salió de allí lo más rápido que pudo a su cuarto. Sin dar explicaciones se metió al baño se ducho y fue directo al gran comedor. Él no estaba allí. Fue rumbo a las mazmorras , tocó la puerta.
-¡Adelante!
- ¡Hola ! - dijo ella
- ¡Hola! -respondio él.
Ella salió corriendo y lo besó.
-Granger, Calmese.
- Fue maravilloso profesor.
- Lo fue Granger pero tiene que guardar la compostura.
- Oh sí, perdón , es que estoy feliz. ¿Y ahora qué?
Él se quedó callado.
-¿Profesor?
- Todo seguirá su curso Granger, debe ir a desayunar y revisar que sus cosas estén en orden, no puede perder el tren.
- ¿Qué dice?
-Sigo creyendo que es mejor que...usted haga su vida sin mí.
-Esta de broma ¿Cierto?
- No Granger, es lo mejor y ahora sí me permite, tengo cosas que...

Una cachetada se estampó en su mejilla.
- Fuí solo un juego para usted ¿Cierto? Para usted no valgo nada.
-Granger se está alterando, es mejor que...
- Váyase al infierno profesor, lo odio, me pasaré la vida odiandolo. ¡Pudrase! No quiero saber nunca nada de usted.

Ella salió azotando la puerta y él solo se quedó ahí congelando ese momento, el momento en que su vida se vino abajo.

Ella salió azotando la puerta y él solo se quedó ahí congelando ese momento, el momento en que su vida se vino abajo

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 La profecíaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz