25. El cielo y el infierno

12K 459 179
                                    


— Hola.

No puedo evitar sobresaltarme al escuchar esa voz que conozco tan bien. Pero no me giro, de momento no.

— ¿Que haces aquí?

No hay respuesta. Entonces me vuelvo hacia ella para encontrarme con sus ojos color miel.

Me mira de manera intensa, pero no desafiante, con pena, tristeza. Sus ojos son tan expresivos que puedo notarlo todo en ellos. Entonces lo entiendo.

— ¿Lo sabes verdad?

— María lo ha descubierto esta mañana. Intenté decírtelo antes pero no me has dejado. Yo - Yo lo siento mucho — balbucea, nerviosa.

— Ya claro — contraataco — Por eso te has preocupado tanto esta semana.

— Tiene una explicación...yo... — Empieza, pero la corto antes de que siga.

— Para. Voy a hablar yo, ya estoy harta — Alba abre los ojos como platos y se cruza de brazos. Empiezo a hablar estrepitosamente — Llego a esta comisaria y me rechazas, haces como que no existo. Yo lo asumo porque entiendo que hay unos rangos y una confianza que ganar, etc. Luego, de golpe porrazo empiezas a acercarte a mi, sin explicación lógica. Nos empieza a unir una puta tensión que yo no se como llevar y que tu manejas a tu antojo, como si esto te pasara todos los días con todo el mundo. Y no te culpo, con ese atractivo es normal. En mi cabeza resuena la idea de que te han hecho daño, de que estas en alguna relación o algo así, pero tus actos no me dicen eso. Y yo ya no sabia que hacer. Empezaste a buscarme de manera descarada, de jugar a un juego en el que tu lanzabas reversos y yo a duras penas devolvía boleas.
Hasta que me besaste. Entonces si que me perdí definitivamente. Y pensaba que tu también pero hemos vuelto al principio. Esta semana ha sido un desastre. He afrontado esto sola, como siempre. No has estado, cuando prometiste que estarías. Eres una puta egoísta y lo peor es que me vas a volver loca.
No te entiendo, ni me entiendo. Y me odio por haber estado pensando en esto toda la semana. Pensando en ti. ¿Entiendes que ahora soy yo la que quiere apartarse? Antes de que sigas jugando conmigo y esto nos explote en la cara a las dos.

Lo he soltado todo por mi boca a una velocidad de vértigo. Como si fuera un discurso ensayado. Cuando acabo, respiro fuerte para intentar recuperar todo el aire que, con dificultad, entra hasta mis pulmones.

— Natalia — Mi nombre en su voz sigue sonando igual de bien que lo ha hecho siempre. Echaba de menos hasta eso. Que rabia. — No más mentiras. No más intenciones camufladas en sarcasmo y verdades pintadas de tensión. Se acabó eso por mi parte. Lo siento. Me merezco todo lo que me has dicho. Intento tener el control de todo, siempre, para no sentirme insegura, y hice lo mismo contigo. Entiendo si no quieres saber más de mi, puedo pedirte el traslado o lo que quieras. No tienes porque aguantarme más.

Trago saliva y asumo como puedo lo que esta queriendo decir.

—Solo quiero que sepas que esto queda entre María, tú, y yo. Nadie más lo sabe ni lo vamos a incluir como prueba hasta que tu quieras, hasta que puedas contarlo. No hace falta que digas nada ahora. Tienes el tiempo que necesites. Quiero escuchar la historia de tu voz, no voy a creerme otra versión que no sea la tuya.

Una fuerte presión se desata en mi pecho y creo que estoy a punto de llorar, pero me contengo.

No podía imaginarme que estabas pasando por esto — continua — y me odio por no haber estado a tu lado.

— ¿Y porque no has estado? — pregunto, con la voz a punto de quebrarse aunque casi gritando. Una demanda ahogada que llevaba una semana luchando por salir.

— Tenia miedo.

— ¿De qué? — Mi respiración se entrecorta aún más y todos mis músculos se tensan al notar su acercamiento. Estoy apoyada en la encimera con las manos y la espalda sobre esta. Alba recorre la poca distancia que nos separa, de manera que sus piernas ya rozan las mías.

 Calibre 25 // AlbaliaWhere stories live. Discover now