Epílogo

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7 años después...

Una casa de cinco cuartos y tres niños después sigo siendo el hombre más feliz, los pequeños llegaron a iluminar nuestras vidas. Primero mi pequeña princesa Samantha de 5 años, después llegó Elías y Eleazar nuestros gemelos de 4 años mis campeones, claro que después del nacimiento Dulce me pidió que tres fuera nuestro número y yo también, los embarazos fueron tan...peculiares. Me pasaba cumpliendo caprichos con Sammy y mis horas de dormir se reducían a nada en especial porque el apetito sexual de Dulce me tenía vuelto loco pero el embarazo de los gemelos me partio en dos. Mi pequeña Sammy me volvía loco ya que a toda hora quería estar con su madre o conmigo, mi pequeña hija sabía que venían sus hermanitos y se la pasaba llorando la mayoría del tiempo pidiendo nuestra atención y tenía que sumarle los antojos de Dulce y por segunda vez un apetito sexual bastante amplio pero al final tener a mis dos pequeños hacia que todo valiera la pena.

Las terapias de Dulce habían ayudado mucho al síndrome que tenía el cual algunas veces tenemos ciertos episodios pero gracias a su doctora, las técnicas y apoyo de la familia hemos logrado controlarlo, claro, el medicamento para s de gran apoyo pero mi pequeña es una guerrera. Jamás se dio por vencida y continuó con terapias, siendo madre de familia, esposa y trabajando, la admiro tanto.

Mi pequeña hermana va por su primer embarazo aunque a ella la veo muy segura mi amigo todos los días lo noto un poco más nervioso, cada día me lo recuerda cuando lo veo en la clínica que juntos pusimos para terapias. Nuestros padres son los más felices al ver todo lo que hemos logrado, mis padres no hay día que no quieran estar con sus nietos igual que el padre de Dulce pero en la actualidad también le dedica tiempo a su nueva pareja, su secretaria de toda la vida, quién diría que llevaría toda una vida enamorada de él pero ahora lograron tener algo y créanme que no cuando vivía con la madre de Dulce se veía así de feliz.

Hoy Dulce me tiene una sorpresa y por una fotografía en lencería creo saber de qué se trata así que decido llegar a la hora de la comida a mi casa, cuando entro escucho el ruido de mis dos hijos en la sala jugando probablemente algo que su madre les dio, me asomo para verlo y si están armando algo que parece un rompecabezas.

-Que no cabeza de chollito- dice Elías- es en la otra esquina-
-No tonto, va de este lado- refuta Eliazar-
-Nada de insultos en esta casa- los reprendo cuando levantan su cabeza sus rostros se iluminan y corren a donde estoy- ¿Cómo están mis campeones?
-Bien- contesta Eliazar-
-Yo le digo- dice Elías-
-No, yo le dile- señala el otro con sus ojos miel tratando de intimidar a su hermano-

Pero antes de que pueda detenerlos ambos se quedan callados ante la voz de su madre entrando a la sala.

-Chicos, es hora de la comida- escucho sus tacones en el suelo-

Me giro para verla tan hermosa como siempre pero cuando sus ojos se encuentran con los míos noto que se pone algo nerviosa pero retoma la compostura rápidamente pero supongo  que tiene que ver con mi sorpresa.

-¿Qué haces aquí tan temprano? - me cuestiona veo que mira a la escalera-

Giro para ver lo que ella ve y mis pequeño gruñen.

-Ya no podremos decir nada, mamá llegó- dice Elías-
-¿Que tienen que decir?- cuestionó a mis hijos-
-Vayan a lavarse las manos- ella los fulmina con la mirada y mis hijos corren fuera de la mirada de su madre-
-¿Sucede algo?- le pregunto-
-Nada, amor, solo que no sabía que llegarías temprano. Te esperaba más tarde, solo eso pero ahora mejor dame un beso-

La tomo por la cintura y le doy un beso apasionado antes de que nos hijos regresen o eso creo porque de repente escuchamos un "wuacala", nos separamos rápidamente y Dulce recobra la compostura y yo igual.

El sabor de tu piel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora