D I E C I O C H O

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Capítulo dieciocho

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Capítulo dieciocho.— Para el mejor padre.

Habían pasado días desde la reunión, desde el accidente de Ianthe. En la universidad corrían los rumores acerca de la desaparición de Ianthe. Un posible asesinato, un probable secuestro.

Nadie hablaba al respecto, no frente a René ni cualquier otro profesor.

Tampoco era como si fuese de mucha importancia.

René había aclarado que Ianthe era así, rebelde. Y yo tenía la ligera sospecha de que creía que había escapado u algo así.

— ¿Tú qué crees que sea, Collin? —la voz de Natash me hace volver a la realidad. Y es entonces que caigo en cuenta que tengo la mirada de todos en mí.

— ¿Que sea qué?

— Hoy dejaron un paquete en dirección. Lleva rato que llegaron detectives, los profesores tampoco han salido —explica con un ligero nerviosismo colgando de su voz.

— Algo referido a lo de Xavier, no lo sé —le resto importancia. Aunque sabía de antemano que nada bueno pasaba. 

Debido algunos altercados el día de hoy se suspenden las labores escolares. Pueden retirarse hasta el día de mañana. ¡Que descansen! —seguido del aviso suena la campana, y la mayoría no hace esperar el ansía de escapar de la universidad. Me levanto de mi lugar y cuelgo la mochila de mi hombro. Natash me mira con una carga de preocupación en sus ojos.

Sé lo que piensa.

Se que está asustada.

— Tranquila, todo está en orden —mi mano acuna su mejilla en un gesto tranquilizador.

— ¿Qué tal si es algo sobre Ianthe? No la conozco de nada pero, ¿y si el asesino serial le hizo algo? ¡Collin no se lo deseo a nadie! —brama.

— Hey, hey no pensemos cosas negativas ¿si? —finalmente Natash calma sus nervios y asiente—. ¿Te veo en mi departamento?

— ¿Tardarás? —inquiere.

— Estaré pronto —saco mis llaves del pantalón y se las entrego.

— Estaré esperando —finalmente, Natash se pone de puntillas y deposita un suave beso sobre mis labios antes de dar media vuelta e irse.

Si, sabía que estaba mal ilusionarla.

Pero joder, la necesitaba.

Y no se confundan, no sentimentalmente, la necesitaba en la cama.

Ella accedía a acostarse conmigo, ¿y por qué no? Yo accedía a darle lo que al parecer necesitaba, cariño.

Una vez sola el aula salgo y camino con paso apresurado hacia la oficina del director. Afuera se encuentran un par de policías vigilando el área y alejando a cualquier curioso de la zona.

B R O K E NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora