T R E S

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O3. Venganza limpia.


— ¡Tienes que hacer algo René! No se puede quedar así —brama Healy molesta.

Ni bien llegamos de vuelta, lo primero que hizo fue hablarle a René con urgencia para que viniese de inmediato a ver lo que había sucedido.

— No puedo cariño, no ha sucedido dentro del instituto. Lo único que podemos hacer es ir a la delegación y poner una denuncia en su contra y dudo que proceda algo. No hay pruebas.

Resoplo.

Me muevo sobre la cama, no encontraba mi lugar y por si fuera poco las costillas me dolían. Me pongo de pie y en la caja de primeros auxilios que tengo bajo la cama encuentro vendas y una pomada para los golpes que en varias circunstancias me fue de ayuda. Sobo en círculos con la crema sobre mi estómago, después me envuelvo las vendas y aseguro con un broche. El ajuste en mi estómago me hacía sentir un poco mejor. Y con eso, finalmente logro dormir.

Me miro una vez más al espejo, pareciera que nada hubiese ocurrido. Hoy había elegido vestir un short de mezclilla con una blusa camuflajeada y unos tenis verde militar. El maquillaje había logrado una cobertura excelente sobre los golpes, finalizo poniendo labial rojo sobre mis labios antes de bajar las escaleras.

— Hazles pagar el daño que te hicieron —susurra Healy cuando paso frente a ella, asiento en respuesta.

Por supuesto que lo pagarían.

† † †

La hora del receso llega y no puedo esperar más para enfrentar al estúpido intento de chico malo o a Eliana, a cualquiera de los dos que viera primero. Y es cuándo lo veo, compartiendo mesa con los otros dos fuckboys, comiendo como si nada hubiese pasado.

El coraje crece y no evito alargar mis pasos hacia su mesa, cuándo llego estampo su cara sobre la mesa provocando un estruendoso ruido, el otro chico malo intenta ponerse de pie pero enseguida tomo el cuchillo sobre la mesa y le amenazo con el.

— ¿Qué demonios...? —Collin me mira con confusión y coraje.

— ¿Creíste que no te había visto ayer? Sé que ibas al volante de ese auto —le digo y vuelvo a tomarlo del cuello de su camiseta.

— ¡Ianthe! —escucho a René gritarme por detrás de mi—. ¿Qué crees que estás haciendo?

— ¿Y a ti qué te parece? —vuelvo a golpear la cabeza de Kurt sobre la mesa, antes de dejarlo libre y soltar el cubierto. Doy media vuelta encarando a René que me mira con sus ojos inyectados en coraje.

— ¡Estarás suspendida! —grita con aires de autoridad intentando quedar bien frente a los demás.

— Placer que me haces, padre.

Cuándo estoy fuera de la universidad veo a Collin caminar hacia mi con decisión.

— No te atrevas a volver hacer lo que hiciste allí dentro —toma mi brazo y aprieta fuerte. Un cosquilleo recorre por mi brazo.

— No necesito tus amenazas, no me provocas miedo —jaloneo hasta dejar mi brazo libre—. Hazme un favor y no vuelvas acudir a mi a ridiculizarte más.

— No te quiero cerca —advierte.

— Al fin coincidimos en algo —sin más prosigo mi camino.

Había pasado una semana desde el enfrentamiento con Collin y sus amigos. Una semana libre de la estúpida universidad y en la que pude recuperarme un poco más por los golpes.

B R O K E NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora