—Ni que lo digas —suelto sinceramente.

—Pero, ¿realmente no recuerdas nada, Lali? ¿Algo que nos pueda ayudar? ¿Cualquier cosa? —hace una pausa para dejarme hablar, pero yo no me muevo—. Necesito que pienses. Que intentes recordar. Se lo debo a él. Es gracias a él que hoy puedo sostener a mi hija —los dos miramos directamente a Lucy ante su mención, que está durmiendo plácidamente en sus brazos.

Es una foto ideal para capturar, así que, sin pensarlo, saco el móvil y hago una foto. —Sois muy monos —le digo, ignorando por completo sus palabras de antes. Si pudiera ayudar de algún modo lo haría, pero la verdad del asunto es que sé menos que él incluso.

Will vacila un par de segundos, inseguro de si empujar un poquito más para sacarme información, pero decide ir por el otro camino. Estalla en una risa.

Salto en mi sitio, alarmada, cuando siento a alguien detrás de mí. Pero en menos de un segundo, me relajo entre sus brazos. Sé sin girarme que es Peter.

Él me aparta el pelo del cuello, posicionándolo al otro lado, y me deja besos por toda la nuca. —Querrás decir que yo soy super mono —dice, fingiendo dolor ante mi comentario anterior.

Tiemblo mientras me recorre un escalofrío por todo mi ser, y muy levemente, me giro para mirarlo. Va vestido todo de negro, y su cara está algo sucia. —¿Dónde te fuiste? —soy incapaz de aguantar mi pregunta, porque se que ha vuelto de una misión. Y peligrosa, de lo contrario me hubiera despertado esta mañana para despedirse.

Con mis dedos trazo las líneas en su cara, intentando sacar las manchas en ella. —Por ahí —dice, como si no fuera la gran cosa, pero en un santiamén, frunce el ceño—. ¿Qué haces tú aquí? —me mira de mala manera.

Ruedo los ojos. —Leyendo —le digo declarando lo obvio, aunque sepa que no está refiriéndose a eso, y levanto el libro para mostrárselo como prueba.

—Aquí en el jardín, Lali —dice, y está indignado.

—Hacia un sol estupendo —le digo la verdad—. No podía desaprovecharlo cuando el noventa por ciento del tiempo está lloviendo —contesto.

Peter pone los ojos en blanco, y después me mira acusatoriamente. —Lali, ¿es que no te importa tu salud?

Sonrío ante su preocupación, no porque me causa gracia, sino porque, sí, es muy mono cuando se pone así protector. —Estamos bien, no te preocupes —contesto, sin pensar.

Pero a Peter no le pasan por alto mis palabras. —¿Estamos? —pregunta extrañado. El color de mi cara se va al darme cuenta de lo que acabo de decir. Mierda. Mierda. Mierda.

—Estoy —intento corregirme, sin revelar nada más. Por favor, no se puede enterar así. Ahora no. Así no.

Pero Peter no lo deja pasar. —Lali, estamos, ¿quiénes?

—Nosotros —interrumpe Will, salvándome de mi cagada. Me mira, inspeccionándome de arriba abajo, y frunce el ceño, su cabeza a mil por hora, pero lo único que puedo hacer yo es suspirar de alivio ante su ayuda—. Lucy y yo quiere decir. Que estamos juntos nuevamente.

—Lo sé —responde Peter seco, como si no fuera la gran cosa, aún cabreado por mi comentario anterior, y sé que después me va a hacer pagar por ello, pero sin testigos. Sin gente para visualizarlo.

La tensión es palpable en el ambiente, y Will se aclara la garganta. —Acabo de volver de estar con Stella —dice algo nervioso—. ¿Sabes algo de Nathan? —pregunta, y Peter lo fulmina con la mirada. Pero le responde negando la cabeza, apenado—. ¿Y sobre Britney?

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