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Quizá debió de predecir con un poco de anticipación que Potter no le trataría de la misma forma a como le trataba usualmente cuando estaban a solas en el poco tiempo que había estado compartiendo con el, en el número doce de Grimmauld Place.
También estaba sorprendido, ningún auror le había soltado alguna impertinencia - aunque las miradas aireadas y tensas sí que eran evidentes− ni tampoco se dirigían a él de forma descortés.

La sonrisa socarrona que tenía en los labios no se la podía quitar nadie.

Aquellos perros tenían el collar bien puesto, y tal y como lo había imaginado, Potter se había encargado de una manera muy eficiente de avisar e introducirlo en el ministerio, dejando quizá una clara advertencia de cómo debían de tratarlo.

El auror estaba dando unas instrucciones a su equipo, y no había pasado desapercibido para Malfoy que Weasley no le había dirigido la palabra ni la mirada en ningún momento. ¿Qué se supone que era eso? ¿Potter lo había amenazado o algo así?

Que divertido.

Sus ojos se posaron en la espalda ancha del auror estrella. Estaba dando instrucciones, como órdenes a diestra y siniestra. Con maestría y seguridad...con un tono tan autoritario y a la vez tan amable y demandante. Respetable. ¿Quién iba a decirle si quiera no, a Potter? ¿Quién podría si quiera cuestionarlo cuando hablaba así? Era una lástima, si años atrás Potter hubiese tenido esa actitud y esa forma de expresarse, de seguro habría tenido muchos más seguidores de los que tuvo durante la guerra.

Era el claro discurso de un héroe que sabe lo que hace, de un hombre que tiene todo meticulosamente calculado y que sabe que no va a fallar. No había rastro del idiota torpe y tímido que había estado en Hogwarts. Ya ni si quiera tartamudeaba...tanto.

− ¿Alguna duda? - Preguntó al fin el niño que vivió para dar órdenes. Todos los aurores negaron. −Bien, entonces, nos veremos en cuanto lleguemos al punto de reunión.

Todos se dispersaron luego de una afirmativa, y en aquella sala sólo quedaron Weasley - quien andaba alistando algunas cosas, que Malfoy sabía, era sólo una excusa para no mirarlo a la cara - Potter y él. El héroe se acercó por fin hacia el rubio, ya que este se había mantenido con los brazos cruzados en una esquina, escuchando −sin haberlo hecho realmente−.

−Bueno, ya tendremos que salir. - Sonrió, levantando su varita y haciendo un par de movimientos sobre Malfoy, lo que hizo que el mortífago frunciera el entrecejo en una clara interrogante. - Hay que aplicarnos un Glamour, ya sabes, no debemos ser reconocidos. - Luego de ello, el propio Potter se aplicó el hechizo sobre si mismo.

Sus facciones cambiaron a penas un poco. Su quijada, de por sí ancha ya, se perfiló un poco más, haciéndole ver mucho más delgado. Sus ojos se oscurecieron, volviéndose de color avellana - lo cual era un insulto ¿quién demonios osaba ocultar la belleza de esos ojos esmeralda? - y su cabello se volvió de un color caoba brillante.

Sintiendo curiosidad, Malfoy se acercó a uno de los espejos encantados que tenía la sala en la que estaban y su quijada casi que llega al suelo de manera automática, al verse.

Sus cabellos eran de un azabache profundo, a la vez que sus cejas. Sus ojos grises ahora eran de un profundo verde −No tan brillante como los de Potter, a penas un poco más opacos. - y sus pálidos labios ahora eran un poco más rosados. Irreconocible...pero increíblemente atractivo.

−Deberías considerar seriamente el cambiar el color de tus cabellos, el negro te queda. - Dijo Potter tras suyo, mirándole a través del espejo. Malfoy bufó y le fulminó con la mirada, ganándose una sonrisa ladeada por parte del auror.

−Hm...− Weasley se hizo notar, carraspeando su garganta, haciendo que los dos hombres frente al espejo voltearan a verle. − ¿Listo? - Malfoy notó que sólo miraba a Potter.

−El Glamour, Ron.

La comadreja se apresuró a aplicarlo sobre sí mismo, haciendo que sus cabellos se volvieron cenizos, y sus ojos también se oscurecieron, perdiendo las pecas sobre su piel. Draco lo miró con burla, ni así lograba ver a ese Weasley como algo más decente, aunque era mucho mejor ese tono discreto en el cabello que el rojo chillón que mantenía.

−Bien, entonces, iremos hasta Brighton por traslador, y de allí, volaremos sobre el bosque para luego hacer un sondeo a pie. - Explicó Potter, más para Malfoy que para Ron. El ahora azabache asintió una vez, sin mucho interés realmente sobre lo que pudiese significar aquella misión.

Luego de haber salido por la sala de trasladores, y que la sensación horrible de vértigo abandonara su estómago, Malfoy se encontraba siguiendo al auror estrella con algo de disgusto.

Potter no le estaba poniendo mucha atención y eso de cierta manera le ponía los nervios de punta. ¿Y si lo asesinaban? ¿Acaso el maldito de Potty no se daba cuenta del peligro que podría correr?

Estaba claro que se encontraban en una zona rural, cerca al océano. El aire se encontraba impregnado de ese olor salado y muy marino, que sólo el enorme charco azul podía lograr.

La brisa movía los cabellos falsamente azabaches del aristócrata, despeinándolo un poco a la vez que su holgada túnica verde oscura, se movía con tranquilidad para así llegar a refrescar todo su cuerpo.
No sabía exactamente en qué lugar se encontraban, pero podía sentir magia, mucha magia.

Se confundía por momentos, ya que Potter a veces solía desplegar cantidad absurdamente grandes de magia. Pero esta vez, lo sentía un poco diferente y era increíblemente curioso, casi como si algo le llamase, le seduciera al punto de hacerlo caminar en una dirección aparentemente no definida.

− ¿Malfoy? − Escuchó cerca suyo, al fin al querido salvador.

− ¿Hm? − Volteó a verle, sin interés alguno.

− ¿A dónde vas? − Preguntó con un tono un poco más grave, más ronco...casi amenazante.

− ¿A qué te refieres, Potty? − El rubio/azabache, miró con los ojos entrecerrados al auror, casi como si este hubiese enloquecido de la nada.

− Un par de pasos más y caerás al mar. − Dijo la comadreja con fastidio, mirando sin interés hacia la dirección de Draco.

Malfoy frunció el entrecejo y volteó a ver hacia el frente. Estaba tan cerca de un barranco, frente suyo podía observar el océano, tan grande e imponente...tan atrayente y poderoso. El océano se veía hermoso y tan tranquilo... quizá, para algunas personas, incluso aburrido...sin embargo, bajo toda esa aparente calma, se mantenían un montón de secretos, de tesoros...de poder y fuerza.

El océano...el océano era como Potter.

− ¡Malfoy! ¡No!

− ¡Harry!

No entendió por qué aquellos dos aurores gritaban, él se sentía tan bien, tan tranquilo. En un punto tan quimérico de satisfacción, que era sencillamente imposible resistirse a ello.

Y entonces, todo se oscureció.

¡Hola! Bueno, me encantaron sus comentarios en el capítulo anterior.

No dejen de hacerlo, ni de leer las otras historias que tengo Drarry y Grindeldore. Denles amor y yo les traeré regalos extensos en esta historia. (?

Gracias por comentar, votar, seguirme y demás.

☆AriMinds☆

After All This Time / HarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora