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Si había pensado que el orgasmo que tuvo en Grimmauld place, un par de noches atrás, lo había llevado hasta el cielo. La paja que se haría esa noche, seguramente lo llevaría hasta la puta estratosfera.
La cara de asombro, desconcierto, pavor y rabia comprimida que lucían muchos de los presentes en esa gala cada que lo veían, era impagable. Y más, cuando notaban que quién iba a su lado era nada más y nada menos que Harry Potter.  

Veía muchas caras conocidas de Hogwarts, muchísimas, pero la que más le hizo sonreír con socarronería, fue la del Weasley, que andaba tan pálido como una hoja de papel y con la boca abierta casi que hasta el suelo. 
A su lado, Granger le tomaba del brazo y le explicaba a toda velocidad alguna cosa, mientras le daba pequeñas miradas suplicantes a Malfoy, para que quizá, dejara de mirar a su novio. Cosa que sólo consiguió que Draco sonriera aún mucho más amplio. 

  — Harry, Hijo. —  Saludó un amable Kingsley Shacklebolt, ministro mismo. —  Malfoy. — Continuó, saludándolos a ambos con educación. Draco elevo ambas cejas, un poco sorprendido de aquello. 

  — Ministro. —  Saludó a su vez Harry, haciendo un asentimiento con la cabeza. 

Draco volteó a ver a Potter. Su cabello estaba tan desordenado como siempre, pero ese desorden lo hacia ver sólo más varonil y atractivo. Él iba con el uniforme de los aurores - uniforme que Draco, jamás se cansaría de pensar que quizá, había sido diseñado sólo para Harry, de lo bien que se le veía. -  

  — ¿Todo ha ido bien, Joven Malfoy? —  Preguntó el hombre de tez oscura. Draco volteó a verlo, y haciendo gala de sus modales, asintió con educación, manteniendo una expresión tranquila. No era estúpido, al ministro no quería ofenderle y además, parecía que no tenía ningún lío contra él y era normal, después de todo, Draco ya había pagado su condena. — Eso me alegra, su visita al ministerio se reportó y se hizo un informe, detallado por Harry sobre lo que ha hecho este último par de meses después de su liberación. Por salud no ha podido ser activo en la sociedad, pero espero que con el tiempo lo consiga. El mundo mágico necesita seguir adelante. 

Draco no había podido evitar sentir cierta incomodidad, cuando, con las últimas palabras, el hombre miraba más a Harry que a él mismo, aún cuando se supone se estaba dirigiendo a él. 
Pudo notar la intensidad de la mirada de ambos hombres a su lado, casi como si compartieran una plática privada de la cual Draco no se enteraba. 
El sentido de justicia y el deseo de sanar que Potter al parecer profesaba, aparentemente era secundado por nada más y nada menos que por el ministro. 

Que suerte la suya, pensó Draco. 

— ¡Harry! —  Llamó entonces la voz cansada de Granger, mientras se acercaba a ellos. 

—   Herms. —  Saludó con una sonrisa el auror, antes de haberse despedido del ministro, el cual también le hizo un pequeño asentimiento a Draco. 

— Ron a salido a no sé dónde, está hecho una furia al enterarse así que...pues que es Malfoy. —  Trató de explicarse a gran velocidad la chica, aunque parecía molesta y cansada. Draco enarcó una ceja. 

— Ya me lo esperaba, iré a hablar con él. —  Suspiró el chico, pasando una mano por sus desordenados cabellos. Volteó a ver a Draco y le sonrió, a pesar de que el rubio lo aparentó muy bien, su estómago se había revuelto al verle sonreir.  — Ya vengo ¿si? Quédate con Hermione. 

Draco se limitó a asentir con desinterés, cruzándose de brazos mientras detallaba la expresión corporal y facial de la bruja frente suyo. 
Se notaba cansada, aburrida mientras seguía con la mirada el cuerpo del auror estrella, antes de que este desapareciera por un atrio. Quizá la chica Granger al fin estaba utilizando el cerebro que se profesaba tan inteligente, para entender que Ron Weasley era un soquete de categoría mayor. 

— Espero no vayan a iniciar un duelo. —  Suspiró la chica, pellizcando el puente de su nariz con aprensión. Draco bufó y rió levemente. La bruja elevó la mirada y mantuvo una expresión de incredibilidad. —  Vaya...ya hasta ríes, te pareces mucho más al Malfoy que recuerdo. 

Estuvo tentado a contestar, de verdad que quiso hacerlo, pero las palabras llegaban hasta su garganta y se amontonaban, sin poder salir. 
La expresión de Malfoy y sus posibles intensiones, no pasaron desapercibidas por Hermione. 

— Malfoy. ¿Tú escuchas voces que te impiden hablar? —  Preguntó la bruja directamente y el chico cambió su expresión. La miró como si fuese una subnormal. Aquello le arrancó una carcajada a la preciosa bruja, que hacía gala de un vestido azul, largo y de seda que marcaba su bella figura. —  Está claro que no es así. Eso me alegra. —  Sonrió ella, cruzándose de brazos y sin dejar de mirarle. 

Draco entonces cayó en la cuenta de algo, Granger también era una pieza muy importante dentro del ministerio, y era tan persuasiva e inteligente, que podría ser una pieza muy muy valiosa en su búsqueda de aquel hombre que había destrozado a su madre.   La necesitaba de su lado, y por muy estúpido que pareciera, juraba que estaba cansada de Ron Weasley. 

Y no hay nada más vulnerable que una mujer con el corazón dolido.

El Dragón sonrió con elegancia, encogiéndose de hombros ante la chica que abrió sus ojos y reaccionó con sorpresa por aquella arrebatadora sonrisa que le había regalado. 
Draco se sintió orgulloso, no estaba equivocado y sabía muy bien que él era un hombre muy, muy atractivo ¿Por qué habría de serle indiferente a Granger? en ese momento, las cosas eran muy diferentes a la escuela, y la chica mostraba verdadera preocupación e interés en él, como Potter. 

¿Potter también caería con una sonrisa suya? El sólo pensamiento le hizo fruncir un poco el entrecejo. ¿Por qué querría que Potter reaccionara a sus sonrisas?  La línea de sus pensamientos fue interrumpida por la voz de Granger. 

  — Quizá, es el trauma el que te impide hablar, pero es cuestión de tiempo para que te gane la necesidad de expresarte. Creo que sólo nos queda esperar. —  Puntuó ella, sonriendo con amabilidad. 

Draco asintió, e ignorando las miradas aireadas de varios de los invitados, estiró su mano hacia Granger y la invitó a bailar. 
La bruja, casi que queriendo pellizcarse un brazo, aceptó alucinada y se dispuso a bailar con el mortífago. 

El ambiente  alrededor estaba alucinado, la prensa, las fotos, todos ya estaban tomando nota desde que el Auror estrella había llegado con un mortífago al baile, y no uno cualquiera, no, nada más y nada menos que Draco Lucius Malfoy, un chico que mucha gente ya daba por muerto en Azkaban. 
El Profeta tendría en su portada, una foto de Harry y Draco entrando al salón juntos y corazón de bruja, a Hermione Granger y a Draco Malfoy, como la nueva pareja sensación del momento. 

*AriMinds* 

After All This Time / HarcoWhere stories live. Discover now