After All This Time / Harco

4

Harry estaba caminando de lado a lado como León enjaulado, en la mitad de la sala de estar en Grimmauld Place. Hace un par de horas, las enfermeras de San mungo habían trasladado en camilla a Draco Malfoy hasta su casa, donde les había indicado en qué habitación ubicarlo.

No había pasado desapercibido para Harry, lo toscas que habían sido aquel par de mujeres, para dejar a Draco en aquella cama. Y apostaba un brazo a que, sino hubiese sido porque estuvo detrás de ellas todo el tiempo, habrían tirado al rubio tal cual habían hecho el par de aurores hace unas semanas atrás. 
Luego de indicarle lo necesario, la más joven de las enfermeras le sonrió coquetamente y le dejó su número a Harry sobre la cómoda. El auror había sonreído con amabilidad, para luego sólo aplicar un incendio sobre el papel, sin necesidad de varita. 

Estaba atribulado y probablemente, cuestionando su propio juicio debido a las decisiones que últimamente estaba tomando. Ahora tendría que hacer de enfermero de Draco Malfoy. Si alguien le hubiese dicho eso alguna vez, seguramente se habría reído con Ron un montón de tiempo. 
Le había indicado a Kreacher lo que debía de hacer. Las horas a las que debía de darle de comer a Malfoy, según la dieta establecida, sus pociones y medicamentos; aunque cabe decir que el elfo estaba más que gustoso de atender a un sangre pura, el cual reconocería a kilómetros a pesar de su aspecto. 

 — ¿Harry?

La voz de Hermione le hizo dar un brinco, sacando su varita de forma estúpidamente defensiva. La chica se había quedado boquiabierta, mirándole con incredibilidad.   

  — Lo siento, lo siento. —  Se apresuró a decir, sonrojándose hasta las orejas mientras guardaba su varita entre el uniforme. 

— ¿Qué sucede, Harry Potter? Y no quiero evasivas. —  Exigió ella, frunciendo el entrecejo y cruzándose de brazos. 

— Por favor...no saques tu lado Molly en este momento. —  Harry tomó el puente de su nariz, la cabeza le estaba punzando. 

— Desde que apareció todo el tema de lo del mortífago no dejas de actuar extraño, y apuesto que todo esto tiene que ver, con que ese mortífago muy probablemente es Malfoy. —Harry volteó a verla sorprendido, viéndose descubierto y atrapado. 

  — ¿Cómo...?

— A diferencia de ti, yo sí leo el profeta a Diario. Me puse a investigar...—  Empezó a mirarse las uñas aquella bruja, como si eso fuese lo más interesante en ese momento. —  Y resulta que el día de navidad, Draco Malfoy salió de Azkaban libre. Y ¡oh sorpresa! ese mismo día tu desapareciste por algún asunto importante. Era cuestión de sumar dos más dos, Harry. Por lo menos, para mi. 

— Sólo tú logras encontrar patrones donde claramente no los hay. —  Suspiró el auror, dejándose caer sobre el sillón encantado que mantenía el calor agradable durante los días fríos y las noches. 

— Lo sé, pero ese no es el punto Harry. —  Caminó ella hasta su amigo y se sentó a su lado. —  ¿por qué? Quiero decir...es Malfoy...es un mortífago. 

— Estaba muriendo Mione. —  Abrió sus ojos y la enfocó con cansancio. —  Estaba muriendo frente a mi y no fui capaz de sólo dejarlo allí. 

La rubia se quedó en silencio por varios minutos, mirando con pesar a su mejor amigo, sabiendo lo bueno que era y entendiendo por completo la situación. 

— Eso...bueno, eso es entendible pero...¿por qué aún sigues allí? Quiero decir. Lo ayudaste, bien, pero ¿por qué sigues de esta manera? 

 — Él está en la calle Mione, él no tiene a nada ni nadie. ¿Sabías que su madre su suicidó en Azkaban? —  La falta de reacción de su mejor amigo le indicó que ella lo sabía. —  No tiene dinero, no tiene nada, absolutamente nada. Yo pagué las cosas del hospital, es lo de menos, pero está delicado y necesita que alguien le cuide. Y antes de que lo digas, lo intenté, busqué que alguien se hiciera cargo así fuese por dinero, pero muchas personas decían no al saber que era un mortífago y las que decían que sí, te aseguro que lo que querían eran un mortífago en quien descargar la frustración de familiares perdidos durante la guerra.