—Oh. —Dijo minutos después con asombro. —No tienes por qué preocuparte, Alyssa. Yo me quedaré como gerente de recursos humanos. —Rio. —Sé perfectamente que tú eres la persona más capacitada para ese cargo. —Yo suspiré con alivio, expulsando todo el aire contenido. —Pero con quien si vas a tener que competir es con Andrew, él lleva más de tres años estudiando los ingresos de las empresas de mi padre, no dudo que él también puede ser...

     — ¡Oh, genial! —Dije interrumpiéndola abruptamente, tomé mi bolso y le sonreí de la manera más hipócrita. — ¡Genial! —Repetí sintiendo como toda la sangre se acumulaba en mi rostro haciéndome sonrojar de enojo. —No dudo para nada que él es muy buen competidor. —Dije con tono sarcástico. —Nos vemos mañana en el instituto, Bethany. —Estaba por salir de aquella oficina, no pensaba estar un segundo más allí, pero tenía que hacer algo para aliviar el enojo. Antes de salir volví a mirar a Bethany — Puedes decirle a tu hermano que me importa una mierda lo que haya estudiado o no, el puesto es mío. Ahora, si me disculpas, me tengo que ir.

     Tan solo Salí de la oficina dando un portazo, sentía que en cualquier momento exploraría, ¿Cómo era posible? Ese chico parecía estar dispuesto a arruinar mi vida, ¡Incluso sin intenciones de hacerlo por su cuenta! Si algo sabia, era que todo el mundo empresarial y las potencias mundiales eran lo que yo más anhelaba en mi vida, pues en eso se basaban mis sueños, las finanzas, dinero, los empleados, las reuniones, todo lo que tuviese que ver con el mundo empresarial. Por eso jamás había decidido posar mi vista en otra cosa que no fuese mi futuro, lo mío eran las empresas grandes, era y será siempre mi mundo, no voy a dejar que nadie me quite la oportunidad de tener la gerencia general de la que sería MI FUTURA EMPRESA.

      Me adentré impaciente al elevador, mientras iba bajando lentamente hasta la primera planta, me corregí el maquillaje en el espejo del elevador y limpié con mis dedos el alrededor de mis ojos, el maquillaje se había regado tan solo un poco... ¡Qué horror! Cuando se abrieron las puertas me encaminé hasta el estacionamiento de la empresa, en ese entonces recordé que había sido un empleado quien había guardado mi auto en el estacionamiento... ¡Y yo ni siquiera sabía dónde quedaba el estacionamiento! ¿Este día podía ser peor? En ese entonces recordé mi casa en Boston, y también recordé que en nuestra empresa yo si la conocía de pies a cabeza, pero ahora, estando aquí en california en una empresa que no era mía tan solo me hacía sentir ridícula.

      Rápidamente intentando respirar profundo para aliviar mi mal humor, me acerqué hasta la recepcionista rubia de ojos azules y le brindé una de mis sonrisas falsas.

    — ¿Dónde está el estacionamiento? —Le pregunté una vez estuve en frente de ella.

    Me observó con sus ojos escondidos bajo sus lentes grandes de marco negro.

    —Buenas tardes, Señorita. ¿Puedo ayudarla en algo?

     — ¿Acaso no me escuchaste? —Pregunté incrédula. — ¿Dónde está el estacionamiento?

   Sus ojos se abrieron a tal punto que creí que se saldrían de sus parpados, ella tragó saliva y me observó con enojo.

     —Al fondo a la izquierda. —Respondió

   Estaba por darme la vuelta y encaminarme hacia esa dirección, cuando sentí como algo se desprendía de mis manos...Tres hojas salieron volando a unos metros de mí. No tardé en darme cuenta de que eran los informes que tenía que haces firmar cuando los terminara.

       Mierda, mierda, mierda.

            Cerré los ojos con fuerza y me dispuse a levantarlos mientras maldecía entre dientes. Cuando terminé de levantar los documentos observé que la recepcionista me observaba con una escondida sonrisa tras las comisuras de sus labios. Hice un movimiento raro con mi legua y aparté los cabellos que se habían pegado a mi rostro.

Del Egoísmo Al Amor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora