Capítulo 24

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—¡Que ya te estés en paz! — le grito a Luzbel que está corriendo por el jardín de un lado a otro.

—¡No creas que dejaré que ocupes esa cosa demoniaca para hacerme una pintura instantánea!

—¡Fotografía! ¡Es una fotografía! — por alguna estúpida razón, Luzbel actúa como un niño al no dejarme tomarle una foto.

Tal vez sea porque no quiere que quede rastro de que tiene el cabello pintado de rosa.

Qué sé yo, los ángeles son tan extraños...

—¿En serio? — inquiero al no lograr que se quede quieto —. Los humanos se portan mejor que tú, quédate quieto ahí, que de todas formas te tomaré una foto... o mejor dicho, otra.

—¿Otra? — pregunta parándose por fin. Aprovecho el momento para tomar la foto, y ni siquiera logra hacer nada para evitarlo.

—¿Lo ves? Sólo fue un segundo, puedes continuar corriendo como loquito por el jardín.

—Dame eso.

—¿Qué?

—La cámara, ahora — pide al tiempo que sale corriendo a donde estoy.

Doy la vuelta y me echo a correr hacia dentro de la casa, cierro la puerta detrás de mí, y me sigo a las escaleras subiendo de dos en dos por el impulso.

—Sorpresa — habla Luzbel entrando por la ventana justo cuando voy llegando a la habitación.

—Déjame, me niego a darte esta cámara.

—Si no hubiera sido porque te la regalé de navidad no estarías jugando a la fotógrafa.

—Tengo un teléfono con el cual también puedo tomarte fotos.

—Bien, déjame verla — pide extendiendo el brazo para que le dé la fotografía.

—¿Dártela? Estás loco, sería algo estúpido hacerlo, la romperás.

—No lo haré.

—No te creo.

—En serio, juro que no voy a hacerle nada — admiro la foto antes de mostrársela, si la rompe por lo menos ya la habré visto.

—Bien, aquí tienes — le entrego el pedazo de papel y retrocedo unos pasos.

Mientras mira atentamente la imagen, aprovecho para fotografiarle nuevamente sin que se dé cuenta.

—Sí alguien más ve esto... — comienza mirándome inquisidor.

—¿Qué importa? Medio pueblo te ha visto con el cabello rosa, da igual, es algo que todos hemos hecho alguna vez.

—¿Sabes que pasaría si me vieran así?

—¿Quienes? ¿Tus hermanos? Pues bueno, te aseguro que no se burlarían, hasta querrían hacerlo también.

—Sí, claro.

—Bueno, agradece que te di la oportunidad de que fuera rosa y no morado.

—Se vería mejor.

—Si quieres vamos a que te cambien el color. Yo misma podría hacerlo, incluso.

—No, déjalo así, está bien.

—Te ves bien, no sé cuál es el afán de estar llevando la contraria en todo.

—Ya nos vamos entendiendo.

—Ajá.

—Tienes que comprar libros nuevos, ya no tengo que leer.

—Cómprate los tuyos, no estoy para comprarle libros al angelito que me tiró ayer en la universidad.

Luzbel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora