Capítulo 20

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23 de diciembre.

—¿Dónde va esto? — pregunta Luzbel sosteniendo la estrella dorada entre las manos.

—No lo sé, seguramente en la rama que más te guste.

—Coño, Lía deja el sarcasmo a un lado, es la primer maldita vez que pongo un árbol de navidad.

—Ya ya, lo siento, va hasta arriba.

—Gracias por la información.

—Pudiste haber ocupado la lógica como tanto se gusta, ¿dónde sería más lógico poner eso?

—Ya está, no es que sea algo muy lógico ponerle esferas, luces y una estrella a un árbol.

—Sí, supongo que no lo es.

—¿Vendrá tu madre?

—No me sorprendería que no viniera ni para navidad, pero según esto, estará aquí mañana para pasar noche buena con la familia.

—De acuerdo, ¿Lily vuelve hasta mañana?

—Sí, viene con la abuela.

—Bien...

—¿Duermes conmigo hoy?

—Por supuesto, ¿ahora?

—Sí, supongo que podemos subir de una vez.

No puedo evitar mirarlo mientras termina de adornar el árbol. Se ve tan normal, luego de este mes creo que por fin ha logrado aprender a ser como nosotros, lo único fuera de lo normal en él es su estatura y su belleza sin igual. Pero supongo que nadie lo ve lo suficientemente extraño como para sospechar.

—¿Trabajarás mañana? — pregunto.

—Sí, pero saldré temprano, la tienda cerrará a las seis — Luzbel se agacha y conecta la serie de focos, estos se prenden al instante.

Le hemos conseguido un trabajo a Luzbel en un mini súper, al dueño le cayó bien y creyó el cuento de que aún no recupera sus papeles por el problema que tuvo al abandonar su país y venir hasta acá. Además, viéndole la facha de chico rudo y temerario le terminó de convencer, ya que es de diario que por las noches entren a asaltar el lugar por tener apertura las veinticuatro horas.

—Me encanta, tienes buen toque con la navidad — felicito mientras ambos admiramos todos los adornos que están por la casa entera.

—Tengo algunas cosas escondidas por ahí, no soy del todo duro.

—Lo sé, tiene tiempo que me demostraste eso. 

—¿Piensas decirme ya quién te tocó del intercambio?

—Dímelo primero.

—Me tocó a Janis.

—Mentira, mi madre le regalará a Janis.

—Coño, que tramposa.

—¿Tramposa yo? Tú eres el que me dijo una mentira.

—Que va, era juego.

—Si vieras cuántas veces le has llamado "juego" a tus mentiras. Eres una víbora.

—Hey, cuidado con esa boca.

—¿O qué?

—Sabes que odio ese tipo de palabras.

—¿Víbora?

—No, que me retes.

—Vieras cuanto me importa.

—Verás que sí — ambos nos quedamos callados, iluminados solamente por las luces navideñas, en la cara de Luzbel puedo notar algo, y de un momento a otro me alza del piso subiéndome a su hombro.

Luzbel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora