Capítulo 2

66.2K 5K 2.5K
                                    

El lugar está en total oscuridad y no sé hacia donde debo ir, no puedo recordar el lugar por donde llegué y me angustia pensar que en vez de salir esté adentrándome más al bosque.

—Estás perdida, ¿no? — investiga cuando dejo de caminar y miro hacia todas partes.

—Sí — confieso derrotada —. No sé cómo salir de aquí.

—¿Cómo es que llegaste?

—Nerviosa, con mucha curiosidad y con luz del sol aún.

—Me refiero como es que llegaste al bosque — repone antipático.

—Lo he entendido, y así es como he llegado. Y créeme, no sirve saber por donde llegué ya que no sé dónde carajo estoy parada ahora.

Sabía que iba a perderme tarde o temprano.

—Hmm, con que así de torpes son ustedes... — apunta.

—¿Disculpa?

—Los humanos — especifica.

—Mira, idiota, si no te parece mi desorientada persona puedes ir y salvarte solo.

—No, ni siquiera sé en donde estoy.

—Bien, entonces hazme el favor de callarte.

Luego de mirar un poco más todo alrededor, decido caminar hacia la derecha de donde me encuentro con la esperanza de salir por fin al campo abierto.

—¿Te sientes mal...? — consulto en un intento de calmar mis nervios.

—Bueno, acabo de caer del cielo hasta aquí abajo, ¿cómo te sentirías tú?

—Digamos que si yo cayera desde allá hasta acá estaría hecha puré en el piso, no caminando tranquilamente como tú.

—¿Puré? — infiere.

—Mmm... es algo muy... ¿molido? Sí me entiendes, ¿no? El puré de papa es una papa molida...

Suena absurdo al explicárselo a un tipo de su edad y no un niño.

—Ah, tiene lógica... — apunta.

—El sarcasmo no ayuda, es estúpido que no sepas lo que es puré.

—No soy de aquí, lo siento por no saber qué es el puré.

—¿Y de dónde eres? No sabía que eso sólo existiera en Estados Unidos.

—No estás entendiendo...

—Realmente no.

—No importa, me siento bien — acepta respondiendo la pregunta que ya ni recordaba le había hecho.

Cuando alzo la vista del piso veo el campo a unos metros de distancia, la angustia abandona mi cuerpo y comienzo a caminar más rápido para salir de aquí ya mismo.

—Hey, con calma, no puedo correr — refunfuña y vuelvo a andar lento.

—Sí, lo siento.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Ya lo hiciste — denoto.

—Bien, ¿puede ser otra cosa?

—Sí — acepto.

Y tengo que reprimir las ganas de decirle: "Lo has hecho de nuevo".

—¿Qué tienes en la cara?

—¿Qué? — me toco el rostro al pensar que tengo un bicho o algo raro, pero cuando siento el maquillaje en la punta de los dedos vuelvo a bajar la mano —. Es Halloween, es un disfraz.

Luzbel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora