"Podrás borrar los recuerdos de mi mente pero jamás los sentimientos de mi corazón"
Durante el sexto año de Hermione Granger en Hogwarts una serie de acontecimientos la llevan a sentirse cada vez más unida a su profesor Severus Snape, a pesar del od...
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Las pesadas botas de Severus se hundían en la nieve mientras caminaba por la calle principal de Hogsmeade. El abrigo negro que portaba se encontraba empapado por la zona más baja debido a su largura y el constante roce con la nieve, por lo cual con cada paso que daba el avance era más costoso. A pesar del frio glacial de esa noche el pueblo se encontraba bastante animado, no sin motivo ya que se celebraba la noche de Navidad.
La cena en el castillo de Hogwarts ya había finalizado y Severus se encontraba camino al pueblo, más por costumbre que porque le apeteciese realmente sociabilizar con los magos del lugar. Durante los años como docente en Hogwarts había adquirido algunos hábitos que repetía de manera sistemática, probablemente intentando aferrarse a recuerdos de su pasado.
Por suerte llegó finalmente a su destino al encontrarse delante de la puerta de "Las tres escobas", una de las tabernas del pueblo. Con suavidad tiró del pomo de la puerta para acceder al local. Caminó hasta la zona de las mesas más apartadas, destinadas solo para los magos adultos. Serenamente comenzó a desabrocharse el abrigo antes de tomar asiento. Con gestos pausados sus dedos liberaban cada botón de su ojal, evitando la mirada de los allí presentes. Las conversaciones y risas llenaban por completo el lugar mientras él se abstraia en su tarea.
— Buenas noches Severus — Dijo una voz a sus espaldas.
Al girarse se encontró con los ojos azules de Madam Rosmerta, la dueña del lugar. Su cabello rizado estaba recogido con delicadeza en un moño alto, quedando algunos mechones sueltos que caían descuidadamente por su rostro y cuello. Siempre había sido una de las mujeres más bellas del pueblo y aun con el pasar de los años seguía siéndolo.
— Buenas noches — Se limitó a decir el hombre ya con el abrigo en su brazo.
La mujer se quedó mirando la prenda durante unos segundos hasta que tendió una de sus manos.
— ¿Quieres que lo deje cerca de la chimenea? Puedo ver que está empapado. — Comentó mientras le sonreía amigablemente.
Severus posó sus ojos en el abrigo, pesaba más de lo normal en esos momentos. Sabía que podía secarlo con algún hechizo pero no quiso despreciar el ofrecimiento de Rosmerta.
— Por supuesto — Contestó tendiéndole el abrigo.
La mujer lo agarró cuidadosamente mientras asentía.
— Supongo que quieres lo mismo que todos los años — Dijo antes de marcharse, sabía que la respuesta sería afirmativa pero debía preguntarlo.
— Sí, muchas gracias — Afirmó mientras tomaba asiento.
Rosmerta desapareció entre el gentío con rapidez dispuesta a traerle cuanto antes el pedido al profesor Snape. Esa mujer era una de las pocas personas del pueblo que solía interactuar con Severus, el cual siempre había sido un alma solitaria.
Él se sentía bastante incomodo en aquel sitio, no le gustaba estar expuesto en lugares públicos sobre todo por si alguien intentaba entablar conversación. Quería perderse en sus pensamientos como cada Navidad hacia. Y quería que fuese allí, en ese mismo lugar.
