—¿Por qué no?

—Estoy acostumbrado a eso. Ya sabes, siempre tengo que estar alerta de que nadie vaya a matarme mientras duermo — comenta encogiéndose de hombros. Como si eso fuera lo más normal del mundo. Aunque claro, tal vez es lo más normal de su mundo.

—¿Entonces nunca duermes?

—Solo descanso un poco.

—Bueno, no es como si alguien fuera a atacarte aquí.

—Lo sé, pero por más que lo intento mi cuerpo ya no me deja dormir.

—Veremos que hacer — digo como si hubiera algo para poder ayudarlo.

—No estoy seguro de que algo funcione.

—Ya veremos...

(...)

Luzbel nos ha hecho salir de Rae's porque un par de chicas lo miraban demasiado y se sentía incómodo. El loco dice que está acostumbrado a tener la mirada de millones de ángeles encima, pero que las humanas lo miran "diferente".

—Si sigues así voy a dejarte encerrado en la casa — advierto poniéndome en marcha.

—No es mi culpa que se coman a los demás con la mirada, ¿qué les pasa?

—Estás loco, sólo te estaban mirando un poco, eran bastante discretas.

—¿Discretas? Casi se les salen los ojos.

—Cálmate, no eres el único ser guapo aquí abajo.

—El único no, pero sí el más guapo.

—Ahí viene de nuevo.

—Como si no fuera verdad.

—Mira, al siguiente comentario egocéntrico estúpido te largas para siempre de donde sea que estemos.

—Uy, lo siento.

—Pareces niño recién salido de preparatoria.

—¿De qué?

—Nada.

—Míralo por el lado bueno, comer en casa es mejor.

—Por supuesto que sí.

Nos seguimos el resto de camino en silencio, de repente pillo a Luzbel robándose las papas fritas de la comida, sin embargo lo hace con toda la discreción posible y casi no me doy cuenta.

—Si te acabas mis papas te regreso a tu casa del árbol — amenazo sin voltear a verlo.

—¿Eso significa que me aceptas de vuelta?

—Si no te comes mis papas, sí.

—De acuerdo — Luzbel vuelve a cerrar la bolsa de comida y se queda quieto en su lugar.

Seguramente se está muriendo de hambre, aunque es su culpa por ponerse de niña y salirse de Rae's por unas simples miradas un poco indiscretas, y principalmente por hacer sus berrinches e irse de mi casa.

—Me gusta como cantas — admira rompiendo el silencio.

—¿Sí?

—Sí, cantas bien, es algo diferente a lo que estoy acostumbrado, pero tienes linda voz.

—Pues, gracias...

—Pensaba en ir y hablar contigo, pero cuando llegué todo estaba vuelto loco afuera, no te encontraba por ningún lado y preferí quedarme a mirar todo hasta que apareciste subiendo al escenario.

Luzbel Where stories live. Discover now