—Bien, vamos — acepta bajándose de la tela y acomodándose la ropa que trae puesta.

Luzbel abre la puerta y me hace una seña para que baje primero.

Me siento en el piso y me tardo unos segundo en bajar al primer escalón, de ahí bajo los demás deprisa.

Miro al rubio mientras se sienta igual a como lo hice, sin embargo él no baja escalón por escalón, sólo se deja caer directo al suelo.

—Vámonos — pide muy sonriente y tranquilo.

Ambos caminamos a la par. Los músculos de mi cuerpo se contraen y comienzo a temblar por el frío, ahora es más gélido de lo que fue anoche.

—Me pones de nervios — comenta abrazándome con fuerza.

—¿Yo ponerte nervioso a ti?

—Te la pasas todo el día temblando, me estresa ver tus temblores.

—Perdón por ser una humana estúpida que tiene frío.

—No dije que fueras estúpida, dije que eras temblorosa.

—Pues lo siento igual.

—No tienes que pedir disculpas, es gracioso.

—Bueno, no me sorprende que veas algo gracioso en mí, podría morir de hipotermia y para ti sería el mejor chiste del mundo.

—Claro que no, tendría un recargo de consciencia por haberte dejado morir.

—Sí, claro.

Me agacho para sacar las llaves del auto de debajo de la llanta, abro el seguro de las puertas y me apresuro a subir, esperanzada en que haga menos frío que afuera.

Sin embargo, a pesar de que está quizá un grado más alto aquí adentro, algo me hace temblar aún más.

Enciendo el motor, y esta vez sí subo los seguros de las puertas para que Luzbel pueda subir.

—Cinturón — me recuerda ahora él.

—Claro.

Manejo con calma por las calles vacías, todos deben de estar ahora mismo dormidos en sus casas, la universidad no ha dado clases hoy y creo que soy la única loca que ha despreciado esa oportunidad de dormir hasta el medio día.

Paso frente a mi casa, la cual parece estar bien y sin incidentes, ventanas y puertas cerradas, nada roto, todo en su lugar por lo menos desde afuera.

Me sigo manejando hasta llegar a Rae's, fuera del restaurante hay un par de autos y una moto, supongo que a lo mucho hay cinco personas dentro.

—¿No quedaste con tus amigos? — pregunta una vez que bajamos del auto.

—Para más tarde, deben de estar durmiendo como las personas normales.

—¿Durmiendo? ¿No aprovechan nada de su día?

—Pues, digamos que estamos más desfasados de lo que deberíamos, dormimos tarde y despertamos tarde.

—Que fiasco, no puedo hacer eso.

—¿No crees que duermes poco?

—Pues, no sé si realmente duerma.

—¿Y eso?

—¿Te has dado cuenta que siempre que te despiertas me despierto yo?

—Sí...

—Bien, pues digamos que siempre estoy despierto. Nunca logro dormirme por completo.

Luzbel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora