Capítulo 35

2.7K 283 150
                                    

Una semana después aún no sabía de Maximiliano.

Me encontraba entre molesta y desilusionada por que Max no se hubiera puesto con contacto conmigo aún, durante esos días considere seriamente escribirle pero al final no lo hacía. Así que el día lunes que amanecí de malas, Isabella me propuso algo a lo que no me negué, ni siquiera lo considere por más de dos segundos.

Tenía que darle celos para que se diera cuenta de lo que estaba perdiendo y a ver si así se acercaba, o por el contrario decidía que yo no valía la pena y se terminaba alejando. La primera opción me tenía más motivada, así que para lograr sólo necesitaba una cosa, o mejor dicho a alguien.

Un novio.

No era un novio realmente, simplemente tenía que conseguir a un chico decente que quisiera pasar un rato conmigo, lo cual no fue tan complicado porque Isabella me consiguió a ese alguien, que según ella era muy divertido y que le gustaban ese tipo de desafíos.

El chico resultó ser Cristian, lo recuerdo porque fue el extraño borracho que me contó casi toda su vida en el cumpleaños de Isabella, y que estaba considerando pedirle matrimonio a su novia con la que llevaba una semana.

Así que después de tener todo arreglado, hoy sábado estoy en un pub de la ciudad con mis dos amigas y Cristian; estoy ansiosa mientras espero que Isabella y Nicolás lleguen con Max, según ella, haría que Max saliera de su apartamento después de varios días de andar como un ermitaño; todo eso me hizo suponer que la ruptura con Nicole realmente le afectó, aunque Isabella me afirmó que no fue tan así y que él era realmente un idiota por perderse de esa manera.

—Entonces al final no lo hice —me termina de contar el moreno que tengo al lado—. ¿A qué chica no le gustaría casarse

—A la que llevas una semana conociendo —pregunto sonando divertida—. Ni siquiera querías esperar un mes, chico.

—Realmente la amaba —hace un pequeño puchero—. Pero no importa, ya conoceré a otra; por ejemplo, tu amiga.

—¿Cual de todas? —inquiero curiosa.

—La castaña de pelo rizado, ¿Melani? —les echa un vistazo a las chicas que están sentadas diagonal a nosotros—. La de cara bonita.

—Las dos tienen cara bonita —sé que refiere a Andrea, y no por su rostro sino porque es la única castaña con el pelo rizado de ellas dos—. ¿Cual?

—Ya tu sabes —me mira fijamente—. Yo hablé con ella un rato él día de la fiesta de Isa. ¿Recuerdas que la dejaste conmigo y te fuiste?

—¿Recuerdas tú eso? —lo imito.

—Pues claro, no estaba tan borracho —hace una mofa—. Como sea, ¿te molesta si me acerco a ella?

—Mientras que no sea hoy esta todo genial.

—Esta es la primera vez que una mujer me usa para sus fechorías —me mira burlón—. ¿Crees que deba ponerlo en mi currículum?

—No es ninguna fechoría —lo contradijo—. Esta noche eres mi cita.

—Cita contratada.

—Cita —le digo—. Sólo eso.

—¿Te podré besar?

—Solo si es sin lengua.

—¿Donde estaría lo divertido ahí?

—Y si es estrictamente necesario —añado—. Por ahora me basta con que te quedes a mi lado.

—¿No te hace parecer esto un poco desesperada?

—Sí —admito—. Pero necesito salir de todo este lio rápido.

[Des]conectadosWhere stories live. Discover now