Capítulo 13

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Mis vacaciones se están acabando, no sé si empezar a quejarme o aprovechar el tiempo para ponerme al día con alguna de las tantas series que estoy viendo y que probablemente nunca terminaré, porque así soy, suelo dejar ese tipo de cosas siempre a medias. Y Andrea a mi lado me lo deja saber cuándo me fulmina con la mirada.

—Tienes como 50 series que no has terminado y ahora quieres empezar una nueva. —Me mira con cara de reproche—. Que alguien le de un premio a esta chica, por favor.

—Aquí tienes —Melani sale de la cocina y me entrega un florero actuando como una misma anfitriona—. Por serle infiel a todos esos personajes a los que juraste amar en el primer capítulo y luego dejaste en el olvido.

—Gracias. —Rechazo el premio de Mel—. Pero no es para tanto. Veamos una película.

—¿Para que te quedes dormida a la mitad? —Andrea me mira de recojo—. O te aburras, como casi siempre.

—Es muy complicado para mí terminar de ver las cosas. —Me defiendo diciendo la verdad—. Es como qué, no sé, pocas veces encuentro algo que realmente me guste demasiado para tenerme super enganchada. Aunque si hay series y películas que realmente me han gustado. No todo es malo en esta vida.

—Ponle dos horas de ese grupo que a ella le gusta, para ver si se va a aburrir —grita Melani—. ¿Cómo es que se llama?

—Sin nombre —respondo.

—Yo sé —exclama Andrea al tiempo que Mel se deja ver—. 5 Seconds of Summer.

—¡Silencio! Mejor me voy a mi cuarto, me estresan. Además, ese grupo no me gusta tanto.

Me pongo de pie con toda la dignidad posible y me doy la vuelta con para alejarme de ellas.

—¿Enserio? —se burla—. No dejas de escucharlo desde que los conociste.

—Oh. Quizás sea porque uno de sus integrantes se parece tanto a Max, ¿no crees, Andrea? Hasta gemelos podrían ser, como es que se llama el chico...

—¡Ya! —exclamo—. ¡Qué vergüenza!

...

Decido salir un rato al parque aprovechando que tengo el día libre y el clima es agradable. Me pongo ropa cómoda y considero hacer un poco de ejercicio, pero luego recuerdo que tengo flojera y se me pasa. Cuando llegó al primer piso me encuentro a Isabella que está en la entrada hablando rápidamente con el portero, Juan. Cuando me ve me señala rápidamente y el viejo asiente con la cabeza haciendo un ademán con la mano.

—Es un poco desconfiado el señor. —Saluda ella cuando llega frente a mi—. ¿Vas de salida?

La observo un poco escéptica preguntándome qué podría estar haciendo aquí. La verdad es que no he hablado mucho con Isabella desde hace más de una semana, justo después de que Max me pidiera que me mantuviera lejos y después de atreverme a contarle toda mi historia.

—Sí...

—Genial, voy contigo. —Se pone a mi lado esperando que sea yo quien empiece a caminar—. ¿Vas a seguir ignorandome?

—No te he estado ignorando —digo empezando a moverme.

—Necesito tu ayuda —me sigue el paso.

La miro pidiéndole que me cuente lo que quiere.

—Mañana es mi cumpleaños.

—Vaya, genial. —Le ofrezco una pequeña sonrisa genuina—. ¿Quieres algún regalo en específico?

—Sí, a ti.

—¿Hay algo que no me has contado? Porque eso sonó un poco raro. —Me detengo para sentarme en una banca.

—Por ahí me contó un pajarito que se te da bien la repostería. —Se sienta a mi lado. La miro fijamente y me distraigo en el peinado tan raro que lleva el día de hoy, parece que le gusta el tema de llevar dos moñitos delante.

—¿Quién te dijo eso? —inquiero curiosa.

Hasta el momento los únicos que saben que me gusta la repostería son mis dos mejores amigas y mi familia.

—Una de tus amigas, Andrea.

—¿Has hablado con ella?

—Me la encontré el otro día en el centro comercial, estaba en la sección de dulces —explica—. Ella buscaba gomitas y yo le comenté que buscaba algún pastel bonito para mí cumpleaños. Ni siquiera tenía la intención de comprar uno, sólo estaba de chismosa deleitandome. El tema es que ella me dijo que porqué no te pedía a ti que me ayudarás con eso. Y le dije que sí.

Esa manera de terminar un relato tan abrupta me deja impresionada.

—Vale... Está bien  —Asiento—. Pero mañana trabajamos temprano, aunque quizá en la mañana me de tiempo...

—Detente. —Me pone una mano frente a la cara—. ¿Trabajo?

—No sé tú, pero yo necesito el dinero.

—Podríamos no trabajar mañana —suena más a una pregunta—. Yo te pagaré el día, así que no perderás nada.

—Perder el trabajo es algo.

—Pidamos el día libre. —Se encoge de hombros—. O mejor, déjamelo a mi, yo me encargo.

Se pone de pie manifestando que me mandará su dirección por Whatsapp y que mañana temprano me espera en su casa. 

—A propósito, lleva ropa extra para la fiesta —Se da vuelta y hace un baile corto—. O podrías venir a cambiarte a tu casa, como gustes.

—¿Fiesta? Se supone que te voy a hacer un pastel.

Ella me mira como si fuese estúpida y casi hace que me sienta como tal.

—Eres mi amiga y compañera de trabajo —hace un sonido y gesto como un "duh"—. Claro que te invito a la fiesta.

—No creo que me pueda quedar.

—Si es por Max no te preocupes, él no estará.

—¿No? —La miro escéptica.

—No es seguro. —Se acerca un poco y me observa fijamente—. Pero Cat, no puedes simplemente huir. Sí, Max es... Max y es mi amigo, pero tú también haces parte de esto. Él no te puede prohibir nada, no puede evitar que tu estés conmigo.

—Él no me quiere ver ni en pintura, Isabella —digo de mala gana.

—Pues que le den —exclama—. Tú vas por tu amiga, no por él. Si no te quiere ver entonces él verá como le hace. Además como te digo, es probable que no vaya.

Ojalá y así sea, porque la idea de la fiesta me resulta tentadora.

[Des]conectadosWhere stories live. Discover now