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—Hey, Albus... ¿Me pasas la salsa?— dijo la señora Dumbledore.
Empezaron a cenar hace ya media hora, y los dos jóvenes aún no habían dicho nada sobre su relación. Lo iban a hacer al acabar de cenar.
—Si, claro— dijo Dumbledore mientras le pasaba la salsa agridulce a su madre.
Los progenitores estaban hablando muy entusiasmados sobre el colegio.
Obviamente los padres de Gellert no han mencionado la expulsión de su hijo en el colegio anterior.
—¿Y Albus en qué casa está?— preguntó el padre de Grindelwald.
—En Gryffindor. Albus me ha hablado mucho sobre su hijo. Gellert está en Slytherin, ¿no?—
La cena iba avanzando lentamente para Gellert y para Albus por culpa de los nervios.
Estaban sentados uno a lado del otro y se cogían de la mano por debajo de la mesa.
La madre de Albus casi los descubre al volver del baño, pero los dos novios fueron más rápidos y se soltaron las manos de inmediato.
Gellert miró de reojo a Albus y de inmediato miró al pasillo, haciendo entender a Albus que saliera del comedor.
—Mamá, me voy a por más agua— dijo el rubio mientras se levantaba de la silla.
—Yo le acompaño— dijo Albus, provocando una mirada indescifrable de su madre.
Los dos salieron y se dirigieron hacia la cocina.
—No se si podré hacerlo— dijo Gellert.
Albus le abrazó.
—Se lo diremos Gellert. Todo va a salir genial—
Se sonrieron.
—Estoy tan nervioso que creo que vomitaré—
Gellert se acercó a la nevera y cogió agua.
—Pues no me vomites encima— respondió el moreno, riéndose.
—Pero... ¿Y si no lo aceptan? ¿Qué me harán? ¿Qué pasará conmigo? ¿Y contigo? ¿Y con nosotros?—
Grindelwald tenía los ojos llorosos, partiéndole el corazón a Dumbledore.
—¿Quieres que se lo digamos otro día?—
—No, se lo diremos hoy—
—Pues sí que eres rarito. Antes te estabas muriendo de los nervios y parecía que no querías decírselo y ahora quieres— dijo Albus mientras se acercaba al rubio (aún con la botella en la mano) y le besó.
Se sonrieron y los dos salieron de la cocina para irse al comedor.

—Habéis tardado mucho, chicos— dijo el padre de Gellert al verlos en la puerta.
—Lo siento, me había olvidado que había agua en la nevera y me fui al trastero— contó Gellert.
Es obvio que el padre no se creyó la excusa, pero por lo menos no preguntó.

(***)

La cena ya se estaba acabando. La comida que antes estaba sobre la mesa ya no está y los dueños de la casa junto a los invitados estaban llenos.
Los padres estaban hablando animados sobre relatos divertidos cuando Gellert los interrumpió.
El muchacho estaba muy nervioso y empezó a tartamudear, lo que hizo que Albus continuase lo que iba a decir.
—Señor y señora Grindelwald, gracias por todo. La cena estaba deliciosa— dijo Dumbledore sonriendo a los padres de su novio —pero ahora Gellert y yo queremos deciros una cosa—
Todos se callaron, esperando que el moreno continuase la frase.
Los dos jóvenes se miraron intensamente.
—No somos solo amigos— dijo Grindelwald, ansioso.
Los progenitores pusieron una cara poco agradable.
—¿Qué quieres decir?— preguntó la madre de Albus.
Albus y Gellert se acercaron más y se cogieron de la mano.
—Yo... No entiendo— declaró el padre del rubio.
—Somos novios— dijeron al unísono los dos muchachos.
Los padres se quedaron mirándoles, en shock.
El padre de Grindelwald intentó decir algo, conmocionado, pero las palabras no salieron de su boca.
La primera en romper el silencio fue la madre de Albus.
—Yo... Sinceramente ya lo sabía—
El moreno la miró asombrado.
—¿Cómo?—
La madre sonrió tiernamente.
—Cuando hablas de Gellert... Tu mirada y tu sonrisa lo decían todo... Al principio me pareció muy raro, pero acabé comprendiendo— explicó la señora Dumbledore —Hijo, a mi no me importa que seas homosexual o bisexual, lo que no comprendo es por qué no me lo has dicho antes...—
Albus, con algunas lágrimas por el rostro, asintió.
Los padres de Gellert aún estaban en shock, sin saber que decir.
—Gellert... Yo...— la madre del rubio suspiró —Lo acepto... Yo... No, pasa nada—
Los dos muchachos se sonrieron mutuamente.

Un Amor Peligroso [Grindeldore]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora