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Albus estaba cansado. Ha estado esperando a Gellert por media hora. Sintió que su pierna se dormía.

"¿Cuánto tarda en ducharse?"

Miró a su alrededor. Habían dicho que se iban a encontrar en la biblioteca. Por ahora no había nadie excepto el moreno.
Se levantó de la silla y se dirigió hacia la salida, pero justo en ese momento vio a Gellert entrar.
—¿Por qué has tardado tanto?— preguntó Dumbledore.
—Lo siento, he encontrado un baño hermoso de prefectos y tardé unos minutos en dar con la contraseña— el rubio se intentó alisar el pelo. No se había peinado.
—¿Conoces el baño de los prefectos? ¿Quién te lo ha dicho?—
—Te escuché hablar de él con otro prefecto—
Grindelwald le sonrió y se sentó en una silla cercana.
—El Juramento— dijo de repente el menor.
La sonrisa de Albus se congeló por un momento.
—¿El Juramento? O... Si, verdad... Me olvidé—
—Tenemos que encontrar a alguien que recite el Juramento. ¿Qué te parece el niño de segundo... Creo que se llama Michael—
—Ehm, la verdad es que... La verdad es que no vamos a hacer el Juramento—
Gellert sintió que su corazón se paraba. ¿Había oído bien?
Se quedó mirando a Dumbledore con una cara claramente herida.
Se lo había prometido, y ahora se está retirando.

"¿Es que no le gusto? ¿Por qué no quiere hacer el Juramento conmigo? ¿Me quiere dejar?"

Albus observó atentamente a su pareja y se dio cuenta que malinterpretó la frase.
—Quiero decir, no vamos a hacer el Juramento, porque vamos a hacer el Pacto de Sangre—
Gellert salió de repente de su shock y miró a su pareja intensamente.
—El Pacto de Sangre?— dijo lentamente.
—Sí, lo leí en un libro... Es que... Quiero... Ya sabes, más intimidad... Que seamos solo nosotros dos— confesó y le cogió las manos a Gellert.
El rubio sonrió y le abrazó. Estaba aliviado, casi le daba un ataque de corazón.

Los dos muchachos decidieron hacer el pacto en una de las muchas clases vacías que se encontraban en el castillo.
Albus, quien había leído todos los pasos y movimientos, estaba bastante nervioso. Nunca había hecho algo así, pero iba a "sacrificarse". Total, había visto al rubio en el Espejo de Oesed, le quería de verdad... ¿Qué podría salir mal?
Cerraron la puerta y pronunciaron un encantamiento para que nadie entre.
—¿Sabes cómo se hace?— preguntó Gellert. Se le veía bastante contento.
—Sí. Ponte delante mío... Así— dijo el moreno mientras movía a su pareja justo delante suya.
—Ahora tenemos que hacernos un corte en la mano, juntarlas y pensar en qué pacto queremos hacer. Si lo que piensan las dos personas coinciden, pues el Pacto comenzará a manifestarse. Si funciona, el encantamiento intentará detectar algún contenedor vacío muy cercano.— acabó de decir Dumbledore —¿Tienes la joya que te regalé?—
El rubio asintió, levemente mareado. Siempre llevaba aquél artefacto en su bolsillo. Estaba tan nervioso que quería gritar por toda la aula.

Un silencio caló en la sala. Los jóvenes empezaron.

Se cortaron contemporáneamente las manos, al principio temblando, pero se acostumbraron al dolor y continuaron. Pequeños hilos de sangre salían de la herida, rojos como el fuego.
Albus acercó su mano a la de Grindelwald, entrelazando los dedos. Los dos tenían los ojos cerrados. No osaban mirar.
Sintieron un leve cosquilleo, una pequeña sensación que empezó a transformarse en algo eléctrico.
El rubio sintió que a su ser le pasaba algo raro, pero no sabía explicarse el qué ni qué sensación sentía en aquel momento.
Los chicos empezaron a pensar el pacto que querían hacer.

"Nunca nos enfrentaremos"
"No nos enfrentaremos nunca"

Un extraño viento se levantó a su alrededor.
Albus estaba tentado de abrir los ojos, pero no lo hizo para evitar cometer algún error.
Sintió que la mano de su pareja empezó a unirse a la suya, como si fuera parte de su cuerpo, lo que no sabía era que Gellert sentía lo mismo.

Finalmente, todo aquel viento y los cosquilleos terminaron. Grindelwald sintió que la joya que le regaló Dumbledore salía de su bolsillo.

Sintieron un suave sonido que parecía que algo metálico había caído.
Abrieron los ojos.

La joya estaba en medio de los dos, con algo rojo y brillante moviéndose dentro.

Sus sangres mezcladas.

Ninguno de los dos dijo nada. Se quedaron mirando a la joya.

Al pasar los minutos, por fin alguien habló.
—Wow... Ha sido... No sé cómo explicarlo— dijo Gellert mientras se revolvía el pelo.
—Lo mismo digo... Entonces, ha funcionado— dijo sorprendido Albus.
El rubio asintió.
—¿Quién se lo queda?— preguntó Grindelwald.
Los muchachos se miraron a los ojos intensamente.
—Tendrías que quedártelo tú. Fue tu idea hacer esto— respondió Dumbledore y sonrió tiernamente.
El rubio asintió. No quería empezar una conversación llena de "No, cógelo tú" y "No no, cógelo tú. Insisto".
Se agachó, tocó suavemente el pequeño recipiente y lo levantó del suelo teniendo miedo a que se rompiera.
Lo guardó de nuevo en su bolsillo, pero esta vez sintió un suave cosquilleo en el lado donde ha guardado la joya.
Los jóvenes se abrazaron.

Hoolis.
Hoy hice un exámen de mates... Inútil decir que me ha ido muy mal xdxdxd.
Soy inútil jajajajaja *q sad*
Prometo que empezaré a publicar con el ritmo normal (cada día) al finalizar la próxima semana :D
Os quiero :3

Un Amor Peligroso [Grindeldore]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt