Capítulo II. El ladrón y la arquera. Parte II

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Bosque Encantado

Con Mérida y Flynn

- ¿Prefieres el elemento sorpresa o atacar directamente?

- Mmm, eso depende de la situación, pero suelo ser muy impulsiva a veces. - ¿Cómo es posible que Mérida continuará hablando con un extraño como si se tratará de un amigo de la infancia?, Flynn era especialmente social, se le facilitaba iniciar conversaciones con cualquier persona. Y desde luego Mérida tenía agrado por ciertos temas de conversación.

- ¿Escuchas eso? -Mérida paró abruptamente.

- Parecen ser caballos. -Ambos salieron del sendero, escondiéndose entre los árboles.

- Tienen uniformes, podrían ayudarnos. -Flynn estaba a punto de salir, pero Mérida lo detuvo del brazo.

- Flynn, la razón por la que ayer me encontraste empapada, fue porque salté a río cuando escapaba de estos hombres.

- ¿Qué?

-Confía en mí, no son buenas personas.

- Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? -Una mujer con capa alertó a los dos, giraron la cabeza y antes de poder hacer nada, fueron elevados por una fuerza misteriosa a la vez. Precisamente la mujer levantó sus dos brazos y las manos en una forma que pareciera ahorcarlos desde lejos; pues aquella energía la sentían justamente en sus gargantas, con dificultad de respirar. Flynn y Mérida se movían intentando escapar.

-Ay, dulzuras, de nada les servirá eso. ¡Muchachos! -Grito atrayendo a los soldados del sendero. Tomaron sus brazos y los ataron a sus espaldas. La mujer al fin los liberó y ambos recuperaron el aliento.

- Así que pensaste poder escapar, ¿No, princesa?

-Esa voz... -Flynn intentaba hacer memoria para identificar la voz de la mujer, la cual sonrió y se bajó la capucha de la capa.

- Tiempo sin vernos, Flynn Rider, o debería decir, Eugene Fitzherbert. -Los ojos de él se abrieron de par en par.

- ¡Gothel!... tú habías muerto.

- Lo sé querido, es sorprendente las vueltas de la vida, pero ahora puedo vengarme de los dos. Oh, y mira, me has traído a tu amiga. Es premio doble.

Los soldados se llevaron a los dos en caballos, directo hacia una gran roca. Sujetándolos fuertemente para evitar un escape. Se pararon frente a la gran roca, y Gothel la tocó por unos instantes. Una especie de portal se abrió, así que fueron obligados a entrar.

Ahora estaban en lo que parecía ser un calabozo, el lugar era húmedo y desagradable, había goteras por todas partes y el camino apenas era visible. Gothel señaló una celda para cada uno de ellos. Cerro las rejas y se llevó las llaves mirándolos con una mirada triunfante. Mérida conocía bien el lugar, pues en un principio había escapado de aquel castillo. La ventaja fue que estaba instalada en un dormitorio, ahora estaba en el calabozo.

- ¡Diablos! -Soltó Mérida en frustración, cayó el piso.

- ¡¿Eres la princesa de Dunbroch?!, Creí que eras de Camelot. No, no, no; esto es grave, Gothel está viva, las cosas se pondrán peor. -Flynn comenzó a quejarse mientras caminaba de un lado a otro de su celda.

- ¿Crees que no lo sé? Eugene Fitzherbert. -Mérida le recordó que tampoco mencionó su nombre real. Desde luego que no le confiaría su nombre a un extraño que conocieron en el bosque. Eugene colocó su espalda en la pared de la celda y resbaló al suelo. Mérida estaba de espaldas del otro lado del muro con el rostro sobre sus rodillas.

Corona Rota [Mericcup & Jelsa]Onde histórias criam vida. Descubra agora