– Sí.

– Pe-Pero...Ayato-kun...

– No quiero seguir, me aburrí. Y...me gustaría que dejes Aogiri.

– ¿Qué?

– No quiero seguir viéndote. Y no te preocupes, nadie de aquí te va a perseguir, hablaré con Tatara.

– ...

– Toma tus cosas y vete, no quiero verte de nuevo. Yo...sólo jugué contigo y te usé como quise, te golpeé también, así que entenderé si me odias.

Tn miraba al chico con sorpresa, no se esperaba que él le dijese aquello; sollozó, soltando algunas lágrimas, y se levantó rápidamente para salir corriendo a su habitación, donde se arrojó a la cama para llorar.

[Día siguiente]

A la mañana siguiente, Tn estaba empacando sus cosas para irse de aquel lugar; cerró su bolso y sollozó. La puerta se abrió, y ella secó rápidamente sus lágrimas.

– ¿Terminaste ya o seguirás llorando como una niña? –preguntó, cruzándose de brazos mientras se recargaba en la puerta.

– ...

La chica frunció el ceño y apretó la mandíbula, nunca había sentido tanto coraje antes. Se giró, mirando al chico.

– ¿Qué? ¿Estás molesta? Sabías que sólo salía contigo porque podía usarte, tú lo aceptaste así que no te quejes –frunció el ceño.

– Tú... –sollozó.– ...Tú...

Secó de nuevo sus lágrimas y lo miró molesta, quería golpearlo, pero no lo hizo, no se atrevía, le temía, así que sólo tomó sus cosas y salió rápidamente de aquella habitación, saliendo luego del edificio para desaparecer en la lejanía.

  

Touka suspiró mientras veía la nieve comenzar a caer. De pronto, su teléfono comenzó a sonar; curiosa lo tomó y observó la pantalla, sorprendiéndose al ver el nombre que en ella aparecía. Contestó rápidamente.

– ¡¿Tn?! –preguntó, preocupada.

– To-Tou-ka-san... –tartamudeó.– Y-Yo... –sollozó.

– Tn, ¿Qué ocurre?

– ¿Podrías...venir? Por favor...

– ...C-Claro. Dime dónde estás.

Touka tomó su abrigo y salió corriendo de aquella casa, llegando al parque en donde, su ahora ex-cuñada, la esperaba. Se acercó a ella rápidamente al verla sentada en un banquillo.

– ¡Tn!

La menor levantó la mirada, y al ver a la peliazul se levantó rápidamente y la abrazó, comenzando a llorar.

– Y-Yo...Lo-Lo siento...No sabía a...a quién llamar... –tartamudeó entre sollozos.

– Está bien, tranquila –calmó, abrazándola.– ¿Qué sucedió? ¿El idiota de Ayato volvió a pegarte?

– ...Él...terminó conmigo...

– ¿Qué?

En cuanto la pelinegra se calmó, ambas se sentaron en aquel banquillo a conversar, donde la menor le contó todo a la peliazul.

– Y...eso fue lo que pasó –finalizó.

– Ya veo...Así que ese idiota te golpeó de nuevo, y luego te terminó y te echó –frunció el ceño con disgusto.– ¿Sabe que no tienes a dónde ir?

– Sí...

– Ese mocoso... –suspiró.– No te preocupes. Puedes quedarte conmigo por ahora.

Tn abrió los ojos con sorpresa y la miró.

– ¿D-De verdad...?

– Sí –sonrió.

– Pero... ¿No seré una molestia? Es decir, yo...soy tan inútil y-

– Tranquila –interrumpió.– No tienes dónde ir, no dejaré que te quedes en la calle, aún eres una niña.

– ... –sonrió.– Muchas gracias Touka-san, de verdad...

– Está bien –se levantó.– Ven, vamos. Está haciendo frío.

– Sí –asintió, levantándose también.

[Actualidad]

Se separaron lentamente y volvieron a mirarse a los ojos, ella tenía un gran sonrojo en sus mejillas, y él uno leve.

– A...Aya...to... –jadeó.

– Te amo –confesó.– Todavía te amo.

Ella negó con la cabeza, mientras una lágrima bajaba por su mejilla.

– No...Tú no me amas...Jamás lo hiciste...

– Sí lo hago. Te amé y te amo.

– ¿Entonces por qué me dejaste ir? –sollozó.– Eres un-

Él volvió a besarla.

– Tn...

– Ayato...No –negó.

Ella volvió a sollozar y se alejó de él, estaba temblando ya.

– Lo siento...Tú no...Yo... –tragó saliva.– Gracias por el café. A-Adiós.

Secó sus lágrimas y giró, tomó al cachorro y comenzó a correr.

– ¡Tn, espe...! –suspiró.

Él peinó su cabello hacía atrás y soltó un grito, pateando los vasos de café. Se sentó y bajó la cabeza.

Tn se detuvo exhausta, bajó a su mascota y apoyó sus manos en sus rodillas mientras trataba de recuperar el aliento. Se incorporó y soltó un largo suspiro.

– Ayato... –sollozó.– Idiota –murmuró, secando sus lágrimas.

Yuanfen ☁ Ayato KirishimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora