Capítulo 23: Cuánto tiempo.

Börja om från början
                                    

—Al menos has abierto los ojos.

—Voy a terminar de hacer la maleta y nos vamos de aquí. Por favor te pido que no me saques más el tema, bastante mal lo estoy pasando ya.

Alfred se sienta en mi cama mientras yo termino de hacer la maleta. Cuando mi vecina se marcha bajo las escaleras y me despido de mi madre.

—Hija, como no puedes quedarte aquí por desgracia yo iré a verte a casa de la tía. —Me coloca bien el abrigo.

—No deberías de venir mama, nos arriesgamos mucho como vayas a visitarme.

—No creo que esté las 24 horas del día vigilando hija. —Besa mi frente—. Voy a llamar a la tía y le voy a explicar todo, tu prima se va a volver loca de contenta, adora estar contigo.

—Señora, yo no quiero causarles una molestia...

—No digas tonterías hijo, tú has sacado a mi hija de ese instituto y la has traído sana y salva hasta aquí, mi hermana tiene una habitación de sobra en su casa, tu cariño dormirás con tu prima que tiene dos camas en su habitación. —Asiento con la cabeza y le abrazo.

—Muchas gracias por todo mamá, te voy a echar de menos. —Sigo abrazándola.

—Yo también hija, por favor Alfred cuida que no le pase nada malo a mi niña.

—Mamá se cuidar de mí misma, no hace falta que le digas eso a Alfred. —Le sonrío tiernamente.

—Lo sé hija, pero con lo que está sucediendo en vuestro mundo estoy aterrorizada.

—Todos lo estamos señora, no se preocupe, cuidaré de su hija.

Nos adentramos en el coche y salimos en camino a casa de mi tía, voy guiando a Alfred por la carretera hasta que llegamos a nuestro destino.

Mi tía nos recibe con los brazos abiertos, ella es muy simpática y agradable con todo el mundo y le encanta tener visitas en su casa, tanto mi tía cómo mi prima se han quedado petrificadas cuando le contamos con detalles lo que está sucediendo en el mundo mágico.

—Vaya mala suerte Valentina, tu primer novio ha tenido que salir asesino, con lo buena pareja que hacíais. —Alfred se tensa al escuchar a mi prima decir eso—. Aunque bueno Alfred, tú no estás tampoco nada mal. —le sonríe.

—¡Lilly! Que tienes dieciséis años, por Dios niña.

—Simplemente le he echado un cumplido mamá. —Le mira algo molesta—. Además, yo ya tengo a Álex, lo decía para la prima.

—Somos amigos Lilly —exclamo sonriéndole algo colorada.

—Porque ella quiere... —Le pego un codazo a Alfred cuando dice eso.

Las semanas han pasado rápidas, tengo que pensar que voy a hacer ahora con mi vida, si estudiar, buscar un trabajo... No puedo estar en casa de mi tía sin hacer nada.

—Mi niña, tú ahora quédate tranquila en casa, que bastante mal lo has pasado hace apenas unas semanas atrás, en unos meses ya se verá lo que pasa.

—Pero tía me sabe mal estar aquí sin hacer nada.

—Puedes ayudarme a cocinar, ¿qué te parece? —exclama sonriéndome dulcemente.

—Está bien.

—Señora, yo también puedo ayudarle con la casa, me siento fatal y un inútil si estoy aquí sin hacer nada.

—Tú coge la escoba y barre el suelo cariño.

—De acuerdo —responde Alfred sonriendo.

Por la tarde ha venido mi madre de sorpresa, tenía muchas ganas de verla y hablar con ella.

Oscuridad, peligro y... ¿amor?Där berättelser lever. Upptäck nu