Capítulo 21: La guerra ha comenzado.

1.7K 76 27
                                    

—Vamos a poner un poco de música.

—Vale, genial —digo sonriendo, comienza a sonar una canción—. ¡Deja esta que me encanta!

—¡A mí también me encanta esta canción!

Me mira algo asombrado y comienza a cantar, yo le sonrío divertida y también comienzo a cantar.

No dejo de reírme, esta situación es tan divertida, podemos romper hasta los cristales del coche de lo mal que cantamos, pero poco nos importa, estamos disfrutando como dos niños pequeños.

A los 20 minutos o así llegamos a una montaña con mucho verde. En este sitio se respira paz y tranquilidad, las vistas son increíbles, pero no hay ni un alma.

—Este sitio es precioso Tom, ¿cómo lo has encontrado?

—Me gusta mucho conducir y encontrar sitios nuevos y tranquilos como este. Vamos a subir la montaña que desde arriba hay mejores vistas. —Me pongo algo nerviosa.

—Deberías de haberme avisado que íbamos a venir a un sitio así, no tengo calzado adecuado para subir montaña.

—No te preocupes, yo te ayudo. —Agarra mi mano fuertemente con la suya.

Comenzamos a subir la montaña poco a poco, es todo piedra y me cuesta bastante andar por aquí ya que no tengo apenas equilibrio y menos con este tipo de calzado que llevo, tengo sujeta la mano de Tom muy fuerte, pero aun así lo estoy pasando un poco mal.

Él suspira y sonríe a la vez.

—Así no vamos a llegar ni mañana. —Le miro preocupada, miro al suelo para no caerme.

—Y qué quieres que haga si tengo poco equilibrio, me cuesta bastante andar por sitios así. —Se da la vuelta dándome la espalda.

—Súbete.

—Estás loco, no me voy a subir a tu espalda, peso muchísimo.

—No pesas nada exagerada, yo puedo contigo y más.

—Que no que no, oye, y si mejor nos quedamos ya aquí, las vistas son preciosas.

Tom me mira algo mosqueado y sin decir nada más me coge en brazos como a un saco y comienza a subir la montaña.

—Y tú diciendo que no puedo contigo eh. —Sonríe con prepotencia, yo estoy muy asustada.

—¡Bájame, me estoy mareando!

—Ya casi hemos llegado.

Cuando llegamos a arriba del todo me baja, miro a mi alrededor, las vistas desde aquí son increíbles, aún más que desde abajo.

—Qué bonito. —No despego mi mirada del paisaje, apenas pestañeo.

—¿Te puedes dar la vuelta cinco minutos? —Le miro rápidamente aturdida.

—¿Por qué quieres que me dé la vuelta?

—Cinco minutos. —Me mira como un cachorrito indefenso.

—Está bien. —No estoy muy segura, muerdo mi labio y doy media vuelta.

Escucho como está colocando cosas en el suelo, pero si no hemos traído nada. ¿Qué está haciendo?

—Ya te puedes dar la vuelta —exclama muy cerca de mi oído haciendo que todo mi cuerpo tenga escalofríos.

Quedo anonadada al ver lo que ha preparado en unos pocos minutos, en el suelo hay una manta enorme, es una especie de picnic con dulces varios, fresas, sándwiches... hay muchísimas cosas, pero lo más bonito es que hay muchas velas alrededor de la manta, como está atardeciendo en conjunto se ve precioso.

Oscuridad, peligro y... ¿amor?Where stories live. Discover now