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Has iniciado sesión como "Chassidy Mallow"

"Matthew Rogers" se ha conectado.

"Romia Kristal" se ha conectado.

"Jordan Garret" se ha conectado.

Has solicitado iniciar una comunicación telefónica con tu escuadrón.

— Supongo que estás teniendo un día maravilloso. — Dijo en tono irónico una voz masculina.

— ¿Qué te hace pensarlo? — Pregunté.

— Siempre dices que prefieres usar el chat durante las batallas, a menos que tu día esté siendo una verdadera mierda. — Respondió la voz de una chica.

— ¿Es que no puedo querer escuchar las melodiosas voces de mis compañeros guerreros? — Me sentía un poco avergonzada.

— Cuéntate otro, Siddy. — Rió secamente el otro muchacho.

— Mejor dile que se cuide del tipo que está detrás de ella y quiere matarla. —  Comentó el primero.

Una gran figura negra estaba a punto de atacar a mi personaje, respiré profundo y moví mis manos rápidamente, haciendo un combo que  la destruyó en seguida.

— Gracias, Jey, tú siempre tan atento...—Le agradecí. — Y sí, todo está yéndose al caño de nuevo...— Suspiré.

— ¿Tus nuevos compañeros ya comenzaron a meterse contigo? — Cuestionó Romia. — Sólo han pasado dos días...

— Al parecer tengo la capacidad de incomodar a la gente desde el primer momento... — Contesté.

Mis amigos no sabían a ciencia cierta las razones por las que la gente solía hacer comentarios hirientes sobre mí en la escuela, sólo que eso era lo que sucedía.

— Todo se calmará cuando te conozcan, pareces una chica muy intimidante a primera vista... — Dijo distraidamente Matthew. — Quiero decir... No todo el mundo puede hablar con la mejor jugadora de Caleidoscope sin sentir un poco de temor la primera vez. — Aclaró un tanto nervioso.

Solté una carcajada seca. Ojalá todo fuese tan fácil como lo era en el mundo virtual, ojalá pudiese echarle la culpa a mis estrategias de todo lo que me sucedía.

— Recuerda, Rogers, que nuestra amiga mantiene sus logros en secreto...  — Habló Jordan, que parecía estar muy concentrado en acabar con unos trolls que habían aparecido en la pantalla.

— Y yo no entiendo porqué...— Interrumpió la muchacha.

— Seguro es una de esas chicas fresitas a las que nadie se imagina jugando un juego de estrategia.

— ¡O una matona!

— ¿Por qué no, en lugar de teorizar sobre mi súper identidad secreta, le prestan atención al juego? — Estaba comenzando a ponerme nerviosa e irritable.

No me gustaba la dirección que estaba tomando la conversación, en especial si pensaba en la nota que había encontrado el lunes en mi casillero.

La partida continuó con normalidad, quizás interrumpida cada tanto por alguno de nosotros soltando alguna frase sin sentido o una risa estridente. Siendo simples adolescentes.

Pasé toda la tarde entre planes y ataques, intentando distraerme,  olvidarme de todo lo que me rodeaba y finalmente lo logré.

Pude dejarme absorber por el juego y las conversaciones sin sentido. Pude ser feliz.

Pero todo lo bueno tiene un final y el de este momento llegó cuando mi madre me llamó a cenar y tuve que desconectarme.

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