También puedo hacer historias enmarcadas

7.1K 953 199
                                    

Bueno, había preguntando en instagram que querían leer (por cierto, óiganme en IG para poder participar de esas votaciones tammytfboys ) y ustedes dijeron esta historia, así que después de pasar una semana bastante mal de salud, acá estoy cumpliéndoles. Espero les guste el cap, ¿qué dicen? ¿La vamos terminando? 

Capítulo XXIII: También puedo hacer historias enmarcadas

—Buenos días, Daphne. —Hice una inclinación de cabeza a modo de saludo, mientras intentaba esbozar lo más cercano a una sonrisa—. ¿Quieres sentarte? —instó la mujer, haciéndome un gesto para apuntar un sofá que se encontraba frente a su escritorio.

Asentí, tomándome más tiempo del necesario para ubicar mi bolso y mi trasero en el lugar correspondiente. Ella solo se limitó a esperar con esa paciencia tan típica de los de su clase; con la paciencia y la sonrisa típica, la verdad sea dicha.

—Bien... —susurré casi como si me estuviese dando ánimos por haber conseguido sentarme.

—¿Cómo te encuentras?

Me encogí de hombros.

—Bien... supongo.

La sonrisa de ella se acentuó desde un lateral. ¿Se estaría riendo de mí? Vaya, eso fue rápido, no había dicho más de tres palabras y la mujer parecía encontrarme divertida. Y no en el buen sentido.

—¿De qué te gustaría hablar? —Una sensación de dejá vù me golpeó sin previo aviso. Ellos realmente deberían encontrarse otras líneas para romper el hielo.

Alcé los hombros una vez más, incapaz de formular una respuesta. ¿Podría contarle chistes de psicólogos a esta mujer? ¿Los encontraría divertidos?

—Vamos a probar de otro modo —propuso ella ante mi silencio—. Dime, ¿qué piensas sobre hacer terapia?

—Pienso que... —hice una pausa, forzándome a medir mis palabras antes de soltarlas sin más. Estaba claro que soltar las cosas sin mediar filtros, luego terminaba por estallarte y te lanzaba toda la mierda en la cara. Y no, gracias, mi rostro ya estaba lo bastante cubierto—. No sé qué tan útil sea contarle mis problemas a un desconocido.

—¿Por qué? —Negué sin tener respuesta—. ¿Temes que un desconocido pueda juzgarte duramente?

A pesar de que no lo había pensando en esos términos, la verdad estaba bastante encaminada por ese lado.

—Puede ser.

—Pues, Daphne —me sonrió abiertamente—. ¿Qué más da lo que piense un desconocido de ti? Si te juzga, ¿a ti qué? No le conoces, no deberías dejar que el juicio de un alguien X te ponga límites. Vas a toparte con miles de personas en tu vida, es imposible que seas capaz de controlar lo que cada uno vaya a opinar. —Se detuvo, inclinándose un tanto hacia adelante—. La opinión que vale es la tuya, mientras tú no sientas desmerecer ante ti misma, los demás que se vayan al diablo.

Sonreí sin poder evitarlo.

—Suena fácil dicho así.

—Oh, cariño, la vida ya es lo bastante difícil como para preocuparnos por ver a quién le agradamos y a quién no. —Se retiró un mechón de cabello castaño hacia la oreja y luego prosiguió—: Con esto no te estoy diciendo que dejes de interesarte por los demás, de eso nada. Pero verás que cuando tú te gustas, las demás personas tienden a percibirlo y admirarlo.

—Tengo muchos motivos para no gustarme.

Ella asintió, dándome una pequeña sonrisa de simpatía.

El mito de Daphne (libro II de la serie)Where stories live. Discover now