Los muertos no son el problema

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Disculpen si me demoré, estoy ajustándome a estos nuevos personajes. Las historias nuevas, siempre requieren su periodo de adaptación. Pero me alegro de ver tantas caras conocidas del otro lado con ganas de leer. Eso sin duda me anima mucho, así que sin más largas el cap...

Capítulo II: Los muertos no son el problema

—Oh por Dios, no dijiste que estaba así de bueno... —susurró Nadia, obligándome a cerrar mi boca que llevaba abierta de par en par desde que él había aparecido. ¿Qué carajos estaba haciendo allí? ¡Junto a mi jefe! ¡En mi empresa!

¿Tu empresa? Tranquila, Daphne, ¿cuándo firmaste los papeles?

—Se folla solo el muy desgraciado —acotó Ani tan discreta como de costumbre.

—Con ese aire de bibliotecario, está para sacudirlo contra los estantes. —Las tres giramos la cabeza bruscamente hacia Melanie, quien ante nuestro escrutinio se encogió de hombros con algo de timidez. De las cuatro, ella solía ser la más recatada y... normal. No era común que un comentario de ese estilo abandonara sus correctos labios.

—Oigan... —las corté, decidida a decirles que ese no era mi Evan. Porque, siendo justos, debía de existir más de uno en el mundo ¿verdad? Y no había motivos reales para creer que ese bombón que se partía solo en el escenario, fuese el mismo que me había partido (imaginariamente) a mí el domingo. Así que estaba lista para desmentir aquella ridícula teoría —y quizá reír en el proceso—, cuando se me ocurrió muy estúpidamente elevar la vista hacia el escenario y encontrarme con sus ojos fijos en mí. Hubo un pequeño destello de reconocimiento en su mirada, antes de que sonriera brevemente y asintiera en mi dirección a modo de saludo.

Mierda.

—Me mojé. —Escuché que decía Nadia a mi diestra, pero no fui capaz de reaccionar ante ello. No hasta que él amablemente, arrastró su atenta mirada lejos de mí—. Oficialmente eres mi nuevo modelo a seguir, Daph.

Y yo oficialmente estaba arruinada. Él acababa de reconocerme en medio de una multitud de rostros, él acababa de saludarme ¡por Dios! Si había existido alguna posibilidad de escaparme de todo aquello con algo de dignidad, el bello Evan acababa de asesinarla justo frente a mis ojos. Estaba tan o más muerta que Deborah.

Nuevamente me pregunté, por qué infiernos no me quedé en mi casa como un ser humano normal que consigue días libres. ¿Por qué?

Oh, claro, porque yo era todo menos normal.

***

Iba a sufrir mi primer ataque de pánico. Y créanme, dentro de lo que es mi caótica vida, llegar a los veintisiete años sin haber pasado por uno era un gran logro. Pero lo estaba por tener, podía presentirlo en mis entrañas o en alguna parte cerca de ellas. La verdad no estaba segura de la locación exacta de las entrañas en mi cuerpo.

De la inmensa cantidad de personas que trabajaban en la empresa, sólo cuatro fuimos los "afortunados" de ver a Deborah en sus últimos minutos, antes de que abandonara el edificio con los pies por delante (perdón por poner esa imagen en sus cabezas). Larry, que trabajaba de seguridad en nuestro piso, el que le hacía la mantención a los computadores —cuyo nombre acababa de descubrir que era Gavin—, lady Lucifer, la cual no merece ninguna explicación de momento, y yo. Cuatro individuos de los cuales sólo Larry merecía la pena.

Cuatro individuos que fuimos citados por el terapeuta ni bien había finalizado la reunión en el SUM, cuatro que en ese instante se habían reducido sólo a uno. Yo.

El mito de Daphne (libro II de la serie)Where stories live. Discover now