Fuera de jurisdicción

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Casi casi es año nuevo, sólo queda un día y pensé que sería bueno dejar el último capítulo del año de esta historia. Ya seguiremos el año que viene, no se preocupen. Así que vamos con algo tranqui... o bueno, relativamente tranqui.

Espero lo terminen genial con toda la gente que los quiere y nada, me encanta saber que a pesar de tenerlos un poco abandonados sigo contando con todos ustedes. Son mi motivo para seguir año tras año compartiendo lo que me cuentan las voces en mi cabeza XD Feliz inicio del 2018, gente, los quiero! 

Capítulo XVI: Fuera de jurisdicción

A pesar de su inicial intención de dormir, Evan no se durmió al instante. Por espacio de una hora quizá, hablamos de tonterías inofensivas, de su trabajo y el mío, de sus ganas de ir de viaje a las montañas —le gustaban las montañas—, del inminente nacimiento de los bebés de Mc y de su temor a que las cosas pudieran complicarse durante el parto. No quería admitirlo abiertamente pero se notaba que estaba muy encariñado con el animal y le hacía ilusión ver a los bebés.

— ¿Qué harás con ellos cuando nazcan?

Él se quedó pensativo un rato al tiempo que delineaba mis uñas con la punta de sus dedos, abstraído en algún tipo de juego silencioso.

—Didi está buscándoles hogar.

— ¿Por qué Didi les busca hogar?

Una sonrisa tímida tiró de sus labios.

—Porque fue su idea darme a la gata, la encontró una noche de lluvia escarbando unas bolsas de basura. —Hizo una pausa, arrastrando sus ojos grises hacia los míos—. Esa misma noche llegó a mi casa todo mojado, protegiendo a una bebé Mc dentro de su chaqueta. —Reí entre dientes al armar esa imagen en mi cabeza—. Me dijo que finalmente había encontrado a mi complemento ideal.

— ¿Tu qué?

Volvió a sonreír, enigmático, bajando la mirada nuevamente a mi mano.

—Vladimir tiene esta idea de que cada ser humano tiene a un animal con el que se complementa a la perfección. —Me observó por entre las pestañas—. Cualquier animal que encuentra en la calle lo recoge y luego... no sé, simplemente le busca a su complemento humano. Él me dijo que los ojos de Mc me estaban buscando, que sólo yo podía darle un hogar.

—Y lo aceptaste —deduje, incapaz de no sonreír ante las rarezas de Didi. Era un hombre o muy espiritual o muy loco, todavía no lo decidía del todo. Pero suponía que Evan tenía una opinión profesional armada al respecto.

—Ese argumento fue bastante difícil de rebatir. Y Mc resultó ser una excelente compañía.

— ¿Piensas que Didi está loco? —Al final de cuentas no pude aguantar la tentación de saberlo. Era psicólogo después de todo, no había mejor fuente de saber para ese tema.

Evan rió por lo bajo.

—Ya te dije que todos estamos un poco locos.

—Qué salida más elegante —me burlé, él se limitó a encogerse de hombros—. ¿Nunca haces juicios sobre las personalidades de los demás?

—Analizo, estudio e incluso quizá realizo algunas deducciones... —Sentí la presión de su pulgar en el centro de mi palma y mis ojos volaron a ese punto casi de forma inmediata—. Pero no hago juicios al respecto, no es mi trabajo juzgar a nadie por cómo es.

Abrí la boca sin saber muy bien qué iba a decir, mientras sentía como su pulgar subía por la cara interna de mi muñeca marcando una caricia ligera y sutil. Su gesto era tan casual que ni siquiera podía decir que intentaba seducirme, pero diablos si no lo estaba logrando con eso.

El mito de Daphne (libro II de la serie)Where stories live. Discover now