La primera vez que fui a una fiesta

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No podía decir con exactitud cuánto tiempo había estado encerrado en la casa de Damon. Él no me dejaba salir, con la excusa de que era peligroso que caminara por ahí sin mi barrera encima ya que el amuleto que me había entregado a duras penas podía mantenerse si me quedaba cerca de él. Damon me dejaba solo durante la mañana y durante la noche me alimentaba con la comida del cielo, la cual siempre tenía el mismo sabor dulzón, me daba libros para que los leyera y luego le diera mi opinión sobre ellos, no hablábamos mucho más que eso.

Pandora venia seguido y me contaba sobre los humanos y las cosas que hacía con ellos, me parecía realmente extraño. Pandora conocía mucho a los machos humanos ya que siendo una súcubo se alimentaba de sus almas y sus ganas de vivir.

― No me digas que a los humanos les gusta que les hagan eso ― Pregunté impresionado por los relatos que me contaba Pandora ― es raro...

―Sí, sí y mucho más, también les encanta que...

― ¿Podrías dejar de ensuciar su mente? ― Dijo Damon mientras corregía los exámenes de sus alumnos de medicina ― Si no te das cuenta estoy intentando que recupere su barrera, si insistes en meter ese tipo de cosas en su mente, más tiempo tendrá que pasar...

― ¿Es por eso que no me dejas salir?

―Exacto, el mundo humano es demasiado impuro para alguien como tú. Entiende que no eres un humano y tu cuerpo actuara diferente a los estímulos de este mundo.

―Aún no entiendo por qué me ayudas.

―Porque tengo una interesante teoría que quiero verificar... Además, todos esos cuentos de la guerra entre los dos lados son fantasías desde hace años, o al menos para nosotros, ya que al parecer los exorcistas siguen empeñados en eliminarnos y en algunos casos pienso que con razón ― le lanzó una mirada de reprimenda a Pandora.

―No es mi culpa tener siempre tanta hambre... ― decía con un puchero.

―Eso te pasa por no saber elegir bien tu comida...

―Los humanos no son comida ― dije enojado.

―Los son para nosotros, o al menos sus almas... En su caso no son diferentes, los tratan como mascotas ¿No?

―No lo son, son una preciosa obra del Dios creador de todo y estamos aquí para protegerlos.

―Si... eso es lo que dijo tu jefa, pero bueno digamos que ese Dios del que hablas no está preocupado de las peleas de nuestros jefes... está ocupado durmiendo y creando nuevos mundos, nuevas especies... pienso que su mente es bastante egocéntrica, él los quiere crear y destruir para que lo veneren, aunque creo que le salió el tiro por la culata, al menos en este mundo los humanos parecen venerar a tu jefa más que a esa bola de energía, al menos tu jefa les ha dado felicidad, algo es algo. ― Decía mientras le daba un trago a su café y ajustaba las gafas que siempre utilizaba al revisar exámenes.

Me costaba entender muchas cosas de las que Damon hablaba, pero esa si la había entendido. No podía de alguna forma entender al creador, una entidad altamente superior que nadie nunca había visto pero sabíamos que estaba ahí, su poder era incomparable y su energía dual, no era bueno ni malo, sino que una mezcla en perfecto balance de las dos, por eso podía crear y destruir a su antojo, por eso en esta vida todo parecía tener dos caras, al menos me di cuenta de eso cuando llegué al mundo humano ya que uno puede experimentar la alegría máxima, pero en un debido momento sentirse realmente triste.

―Creo que tendremos que ir por ella... ― dijo Damon para sí mismo mientras Pandora me hacía pintar sus uñas con un lindo color violeta brillante.

Cuando mis alas desaparezcanWhere stories live. Discover now