La primera vez que trabajé

20.7K 1.3K 500
                                    

Como todos los días me desperté a las siete de la mañana, al parecer había llovió en la madrugada por lo que hoy había un fantástico día soleado. Me encantaba el aroma que quedaba luego de un día lluvioso y más aún sentir el reconfortante calor del sol de invierno que calentaba mi piel de manera agradable. Ya que era fin de semana me desperté muy despacio, intentando no hacer mucho ruido y me fui a dar una rápida ducha, el agua salió fría porque al parecer el gas, lo que hacía que el agua se calentara, estaba apagado, pero no me importaba ya que hoy iría a la casa de Emily y debía salir temprano.

Nada me desanimaría.

Escogí la ropa del montón que Max me había dicho que podía usar y como aún quedaba mucho tiempo me arrodillé junto su cama para observarlo dormir. Se veía lindo durmiendo, casi podía asegurar que mientras dormía era plenamente feliz ¿Qué verían los humanos en sus sueños?, ¿Cómo se sentiría soñar? Un día leí que los sueños eran las representaciones de los deseos y los miedos del subconsciente ¿Eso significaba que los ángeles no tenían deseos o miedos?

Pude ver como la calmada respiración de Max se comenzaba a acelerar mientras dormía, parecía incómodo y comenzaba a quejarse.

―No... ― dijo entre sueños, como si algo malo estuviera pasando.

―Max ― susurré despacio mientras lo movía delicadamente del brazo, enseguida pude notar como sudaba frío.

Max se movía como si la estuviera pasando mal, estaba realmente preocupado ¿Y si le pasaba algo malo en su sueño?

―Max... despierta.

―No... ¡Aléjate! no... ― seguía diciendo mientras se movía dando golpes y patadas sobre la cama.

― ¡Max despierta por favor! ― solté preocupado y ahora moviéndolo con fuerza.

Vi como Max de golpe abría los ojos y me miraba como si algo estuviese mal con los ojos totalmente enrojecidos.

―Volvió a pasar ― se dijo a sí mismo.

― ¿Qué paso? Te estabas comportando tan extraño y yo estaba tan preocupado.

―No pasó nada... ― dijo cubriéndose hasta la cabeza con el edredón.

― ¿Qué volvió a pasar? ― volví a preguntar preocupado, esperando a que saliera de dentro del cobertor y me contara.

―Las pesadillas se habían ido por un tiempo, volvieron...

― ¿Qué soñaste?

―Nada que te importe ¿Qué hora es?

―Las 8.

―Es muy temprano, seguiré durmiendo.

―Entonces me iré y esperaré en el parque a Emily – le sonreí, aunque él no me viera.

―Lo olvidé, te vas hoy...

―Sí, prometo venir a buscarte todos los días para que caminemos juntos a tu escuela.

―Orión...

― ¿Si?

― ¿Puedes quedarte hasta que me duerma? ― soltó con un hilo de voz.

― ¡Claro que sí! ― le sonreí ― ¿quieres que tome tu mano? ¿Eso te tranquiliza no? ― dije recordando que cuando Max tenía un mal sueño cuando era pequeño iba a dormir con su madre y esta tomaba su mano hasta que se dormía.

―Si... ― dijo sacando una mano sin dejar de cubrirse con aquel edredón.

―Estás frío... ― solté al sentir su frio tacto, me preocupé ya que las manos de Max siempre eran cálidas.

Cuando mis alas desaparezcanOnde as histórias ganham vida. Descobre agora