✭; ❝ En el amor siempre hay algo de locura, mas en la locura siempre hay algo de razón❞
No es lo que se enseña, no es lo que está bien. Las relaciones amorosas son de dos personas, y cualquier otra variante es una injuria antirreglamentada causada p...
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Es curioso cómo es lo que más se enseña, cómo es lo que más ves y oyes, pero aún así no es algo de lo que todos puedan opinar, no es algo de lo que todos conozcan en verdad. No te das cuenta, pero están diciéndote cómo debería ser. Aún así, ¿hay alguien que de verdad sepa la extensión de este sujeto?
No se trata de cómo cuando eres una niña, te encantan los cuentos ficticios sobre princesas enamorándose del hombre ideal; tampoco de cómo sucede si eres niño, porque aunque al principio estás en contra de ello, acabas enamorándote de la niña bonita que pase frente a tu desenfrenado corazón, en busca de convertirte en aquel príncipe azul.
Había sucedido con la invisibilización y la degradación a sujetos con inclinaciones o preferencias diferentes a las estándares e iba a seguir ocurriendo con cualquier otro tipo de relación física o sentimental a la que la sociedad no podía permitirse, guiadas por las reglas de la moralidad sexual: rechazo. Y no se trataba de que aquel desconocido en la calle que te viera compartir el mínimo gesto afectuoso con la persona equivocada fuera a verte de mala manera, sino que aquel prejuicio nublaba incluso los ojos de los más cercanos. Pueden intentar destruirte o corregirte, pueden odiarte o señalarte... en el peor de los casos, eres tú mismo quien recurre a ello.
Las personas con experiencia en el intercambio de jugadas en un mismo tablero, solía aconsejar no estar pendiente más de lo necesario en lo que el otro pueda hacer o pensar, sino en lo que tú mismo tenías qué hacer. Pensar jugadas, contrajugadas e incluso medidas desesperadas, pero por ti. Jamás pensando en los posibles movimientos que el contrincante pudiera realizar porque, entre hilo de pensamientos erróneos podías acabar enredado en tu propia desgracia.
Lo aprendí por las malas. No se trata sólo del exterior, llega un punto en el que temes por ti mismo porque no te aceptas. En donde aquel gran monstruo no es nadie más que tú, atado en cadenas que reprimían todo aquello que no puedes ser... que no deberías ser.
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Creo que, de otra manera, no hubiera entendido a lo que se refería mi abuela al decirme que la vida propia comenzaba al dejar morir a los demás.
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