Iluso

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— ¡Detente, Annuska!

Kavi acortó la distancia que nos separaba con pasos lentos pero decididos. Se detuvo frente a nosotros, separando ligeramente las piernas como si reclamara su territorio. Mantuvo la cabeza y los hombros en alto, con una mirada asesina dirigida hacia Annuska, mostrando su desagrado por su acción.

— ¿Maestro? — preguntó Annuska sorprendida— ¿Qué hace usted aquí?

— ¿Qué hago aquí? — respondió Kavi, moviendo las manos y girando ligeramente el cuerpo—. Este almacén me pertenece, Annuska. ¿Has olvidado que pronto llegarán mis nuevas chicas?

—Usted nunca viene a este lugar — argumentó ella, notándose el temblor en sus manos.

— Mala elección de palabras, Annuska — corrigió Kavi, inclinando la cabeza—. La palabra correcta es "rara", en lugar de "nunca".

Parpadeé varias veces, preguntándome cómo Kavi había descubierto nuestra presencia. No podía creer que simplemente estuviera deambulando por aquí. Llevé mi mano a la herida, intentando en vano aliviar el dolor, mientras mantenía la vista fija en ellos dos: Annuska con un arma en mano y Kavi sin dejar de mirarla.

— ¿Qué pensabas hacer? — preguntó Kavi, con voz potente y autoritaria. La expresión de Annuska era vacía, dándole un aspecto de confusión. Sabía que debía tener mucho cuidado en cómo manejaba la situación con Kavi.

—Matarla — contestó ella sonriendo—. Es inservible para usted, Maestro.

— ¡Inservible! — exclamó Kavi, fingiendo asombro mientras curvaba el labio—. ¿Debería agradecerte por la molestia?

—No, no, señor — susurró Annuska—. Usted no debe agradecerme nada.

Sentí un escozor en el cuero cabelludo. Annuska le respondió con voz triste, como si estuviera dispuesta a obedecer todas las órdenes de Kavi. Esto parecía más un intercambio de poder por consenso, donde Kavi había explorado todas las emociones de Annuska, dejándola bajo su completa autoridad.

— ¿Quién te ordenó hacer esto? — preguntó Kavi, sonando calmado, casi gentil, mientras indagaba los motivos de Annuska para querer matarme.

—Yo, yo... — Annuska frunció el ceño como si estuviera sorprendida—. No lo sé.

Esa actuación de aturdida no era convincente. ¿Cómo se atrevió a optar por la demencia temporal? Tanto ella como Sharon lo habían planeado todo. No podía permitir que saliera impune, aunque algo en el comportamiento de Kavi no me convencía del todo. Parecía estar midiendo las aguas para comprobar su profundidad.

Tosí con notoriedad, tratando de hacerme notar a pesar de estar embarazada y con una herida de bala en el brazo. Sabía que mi destino era el hospital psiquiátrico. Volví a toser, mientras Annuska mantenía su mirada fija en Kavi, cuyo interés se había centrado en mí. Movió apenas su dedo índice, casi de forma imperceptible; si hubiera parpadeado, habría pasado desapercibido el gesto de negación. Kavi quería que Annuska se concentrara en él, que perdiera interés en mí.

— ¿Quién es esta chica, Annuska? —preguntó Kavi.

Annuska inclinó la cabeza hacia el cuerpo de Sharon.

—Ella intentó matar a Jaya, Maestro —respondió, con una entonación cantarina—. La eliminé por usted.

— ¡Perfecto! —exclamó Kavi, dando dos pasos hacia adelante, haciendo retroceder a Annuska—. Te mereces una recompensa.

Los ojos de Annuska se ampliaron y sonrió complacida. La situación era totalmente bizarra y grotesca.

—Arrodíllate, Annuska —ordenó Kavi, mirándola fijamente.

Soy LicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora